martes, 30 de abril de 2013

Día 120 - La exPlosión de Samuel


Hoy me desperté cantando “Nuestro amo juega al esclavo”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Siguiendo la indicación del médico, que me había recomendado reposo por veinticuatro horas, me quedé recostado y esperé hasta que mis convivientes despertaran para pedirles que me acercaran el desayuno a la cama. Fue Samuel quien cargó hasta mi cama la bandeja con el té y el pan casero que había preparado Luján. Cuando terminé, les pedí que vinieran a retirarme la bandeja. Nuevamente, fue Samuel quien acudió para asistirme.
—Muchas gracias, Samuel. Sos amoroso —le dije—. Ya que estás acá, ¿no me ayudás a llegar hasta el baño?
—Sí, cómo no —me dijo el muy amoroso.

lunes, 29 de abril de 2013

Día 119 - Una tarde de película

Hoy me desperté cantando “Cinéma vérité”, de Serú Girán. No sé si esa habrá sido la intención del dj en mi cabeza, pero el nombre de la canción me sugirió una idea. El miércoles primero de mayo haremos la primera excursión oficial de nuestro proyecto turístico “El Pasea Porros”. Aprovechando que mi relación con Samuel, el mimo de Plaza Francia y mi primo Luján no pasa por su mejor momento, organicé una jornada de cine en la que veríamos la película World Trade Center, que nos permitiría reflexionar acerca del trabajo en equipo. En realidad, toda esa historieta del “trabajo en equipo” no era más que una excusa para saber cómo reaccionaban Vicky y Samuel al ver a Nicolas Cage en la pantalla y tratar de que recuperaran, de algún rincón del subconsciente, el recuerdo de lo sucedido en el cuartito del Lugar Especial en el que se dedicaban a lavarnos el cerebro.

domingo, 28 de abril de 2013

Día 118 - Aquí no ha pasado nada


Hoy me desperté cantando “Heroína”, de Sumo. Anoche, luego de haber dedicado varias horas a repartir brownies adulterados entre los turistas que visitaban Plaza Francia, llevé al mimo y a Luján al monoambiente en el que estamos viviendo y me fui, junto a Vicky y a Samuel, rumbo al Lugar Especial. Estacioné cerca del boliche “Amérika”, nos pusimos la túnica y la capucha blancas e ingresamos. Tal como me lo había propuesto, no probé ni un solo trago de las bebidas que ofrecían las mozas del lugar y, haciendo de cuenta que me habían drogado, aguardé el momento oportuno para visitar el cuartito ubicado detrás de la puerta al confín del pasillo.

sábado, 27 de abril de 2013

Día 117 - Brownies adulterados


Hoy me desperté cantando “La mia storia tra le dita”, de Gianluca Grignani. Samuel, Luján y el mimo me miraron con mala cara. No sólo porque los había despertado, sino porque a esta altura piensan que hablo inglés, italiano, portugués… Se niegan a creer que yo no controlo mi voz cuando despierto cantando y les da bronca que me niegue a utilizar mi presunto plurilingüismo a favor de nuestro proyecto turístico. Por momentos pienso que sin importar lo que haga, van a malinterpretarlo.
Mi primo Luján, de Luján, preparó el desayuno, el almuerzo y unos brownies que llevamos a Plaza Francia cuando, a eso de las dos de la tarde, acompañamos al mimo para promocionar “El Pasea Porros” entre los turistas que presenciaban su número. Como mis tres convivientes no me hablan, la llamé a Vicky para convencerla de que nos acompañara y pasamos a buscarla en la furgonetita.

viernes, 26 de abril de 2013

Día 116 - El rescate de Luján


Hoy me desperté cantando “Un viejo blues”, de Norberto “Pappo” Napolitano. Anoche Vicky y yo paseamos por la ciudad durante varias horas, delineando un plan para rescatar a mi primo Luján del conventillo de Héctor “Bicicleta” Perales. A eso de las dos de la mañana la dejé en la esquina de su casa y me fui a dormir unas pocas horas, porque habíamos decidido arrancar muy temprano.
Cuando terminé de cantar lo desperté al mimo, en parte porque necesitaba usar el baño, que también era su dormitorio, pero principalmente porque él cumpliría un rol fundamental en nuestro plan de rescate. Tras escuchar con atención mis indicaciones, señaló a Samuel, que aún dormía en la parte de debajo de la cama marinera, e hizo una serie de gestos destinados a preguntarme si debíamos despertarlo. Le dije que no, que lo dejara dormir. Desde que habíamos perdido a Luján, las cosas no estaban muy bien entre Samuel y yo y preferí no incluirlo en nuestra misión.

jueves, 25 de abril de 2013

Día 115 - El plan de rescate


Hoy me desperté cantando “Héroe”, de Enrique Iglesias. Anoche Vicky, Samuel y yo asistimos a una nueva sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Si no fuera porque quiero resolver el misterio del Lugar Especial, ya habría abandonado el grupo hace mucho tiempo. Estoy harto de escuchar a Julio lamentarse por su incapacidad para manipular los palitos chinos, harto de que Pato culpe a los fabricantes de las bolsas de residuo por su incapacidad para atarlas, harto de que Hernán nos lea en voz alta fragmentos del manual de instrucciones del control remoto que perdió en el año 1998. Para colmo, desde que perdimos a Luján, Samuel evita hablar conmigo. No sé si su indiferencia se debe a que se siente culpable o a que me culpa a mí.

miércoles, 24 de abril de 2013

Día 114 - La gota china

Hoy me desperté cantando “Disco samba”, de Two man sound. Es esa que empieza diciendo “pe pe pe pe pe pe”. Samuel lo tomó como una doble provocación y lo entiendo, porque, por un lado, una canción de fiesta no era muy compatible con la tristeza que, desde la pérdida de Luján, colma nuestro monoambiente; por otro lado, la repetición incansable de la letra “p” parecía destinada a recordarle las limitaciones inherentes a su Problema Pelotudo. En lugar de cantar conmigo, se puso de pie, caminó hasta el baño y golpeó la puerta. El mimo, que por respeto a Luján no había querido ocupar su colchón y había dormido, como cada noche, dentro de la bañera, salió del baño para que Samuel pudiera entrar. Aunque la pintura que cubría su cara solía disimular su verdadero sentir, noté que él tampoco miraba con buenos ojos el que yo estuviera cantando y haciendo un pasito brasilero sobre el colchón de Luján. ¿Cómo hacía para explicarles que tengo un dj metido en la cabeza?, ¿que desde que despierto hasta que concluye la canción del despertar, no controlo ni los movimientos de mi cuerpo ni mis cuerdas vocales ni mi voz? Dijera lo que dijera, no me creerían.

martes, 23 de abril de 2013

Día 113 - Caídos en batalla

Hoy me desperté cantando “Laburo de nenas”, de Los caballeros de la quema. Quizá por última vez, cantamos los cuatro juntos: Samuel, mi primo Luján de Luján, el mimo de Plaza Francia y yo. Mientras duró la canción, nos ocupamos de pintarnos las caras con las pinturas del mimo. Teníamos la intención de camuflarnos para pasar desapercibidos en nuestra misión, la cual consistiría en irrumpir en el conventillo manejado por Héctor “Bicicleta” Perales y recuperar la escaladora que me habían robado. El ardid habría funcionado si hubiéramos contado con algún color oscuro, pero, a causa de su profesión, el mimo sólo tenía pinturas rojas y blancas. Cuando terminamos de pintarnos descubrimos que, lejos de disimular nuestra presencia, nuestros rostros coloridos nos volvían sumamente llamativos, por lo que decidimos vestirnos con ropa oscura y cubrirnos la cabeza con sendos pasamontañas.

lunes, 22 de abril de 2013

Día 112 - Qué amoroso caballero


Hoy me desperté cantando “Rumba Samba Mambo”, de Locomía. Mis convivientes abandonaron sus lechos con gran entusiasmo y me acompañaron en la medida en la que sus limitaciones lo permitían. Mi primo Luján, de Luján, era fiel a la versión original; Samuel reemplazaba con sinónimos todas las palabras que contuvieran la letra “p”, y el mimo, que dormía en la bañera, se limitaba a bailar y, al igual que nosotros, agitaba las manos como si tuviera un abanico en cada una. Creo que los cuatro sentimos algo de vergüenza cuando, antes de que hubiera concluido la canción, Vicky ingresó al monoambiente.
Con la excusa de continuar con el entrenamiento pugilístico, la había invitado a que viniera para ver si detectaba en su conducta secuelas de su visita al Lugar Especial.

domingo, 21 de abril de 2013

Día 111 - Como un perro rabioso


Hoy me desperté cantando “Quieren matar al ladrón”, de Cacho Castaña. En falsete, mi primo Luján, de Luján, me acompañaba haciendo los coros. El mimo había salido del baño vistiendo una remera a rayas horizontales, negras y blancas, y un pasamontañas. Mientras duró la canción hizo de cuenta que cargaba, detrás de uno de sus hombros, una bolsa gigantesca en la iba guardando distintos elementos que simulaba robar de la casa. La letra me recordó a Samuel, que se había robado a Vicky y no había regresado. Lo había esperado hasta que, a eso de las cuatro de la mañana, me quedé dormido. Triste porque su ausencia confirmaba la sospecha de que los unía un vínculo más fuerte que la amistad, terminé de cantar y me senté sobre mi cama. En el mismo instante en el que apoyé mi culo celulítico sobre el colchón, oí el ruido de una llave que trataba de ser embocada en la cerradura.

sábado, 20 de abril de 2013

Día 110 - En un hotel de mala muerte

Hoy me desperté cantando “Entre la tierra y el cielo”, de Los Nocheros. Samuel y mi primo Luján cantaron conmigo, y el mimo de Plaza Francia, que había pasado la noche en la bañera, salió del baño y nos acompañó traduciendo la letra de la canción al lenguaje de señas. Ni bien terminamos de cantar, Luján preparó el desayuno para los cuatro. Si hay que hacer algo, como barrer o limpiar los vidrios, el mimo se hace el desentendido, pero basta que alguno de nosotros se ocupe de la tarea para que él se ponga a remedarlo con mímicas. En un momento, por ejemplo, sonó el timbre. Lo miré invitándolo a que fuera a atender, pero el muy turro no apartó la mirada de su taza. Ahora, cuando me puse de pie para ir a atender, el se puso de pie y caminó detrás de mí. Levanté el portero eléctrico, él se detuvo junto a mí y levantó un tubo imaginario.

viernes, 19 de abril de 2013

Día 109 - Un mimo en la bañera


Hoy me desperté cantando “A cada hombre, a cada mujer”, de Serú Girán. Creo que yo cantaba las partes de Aznar, Samuel las de Lebón y mi primo Luján, de Luján, que es el más virtuoso de nosotros tres, cantaba las partes de Charly García. Esta vez Luján se anticipó a las artimañas de Samuel y preparó el desayuno por propia iniciativa. Después de desayunar, Samuel sugirió que jugáramos a algún juego de mesa. Propuse el Poker y el Pictionary, pero los rechazó, supongo que porque el nombre de ambos comienza con la letra “p”.
—¿Por qué no jugamos a Dígalo con mímicas? —preguntó Luján.
Yo no estuve de acuerdo, porque ese juego me recuerda a mi padre ausente, pero, tras una votación en la que el “Sí” se impuso por dos votos contra uno, se decidió que jugaríamos de todos modos. Por suerte, cuando Samuel comenzó a hacer morisquetas que me resultaban indescifrables, sonó el timbre.

jueves, 18 de abril de 2013

Día 108 - La reforma de Luján

Hoy me desperté cantando “Una mujer importante”, de Trío San Javier. Mi primo Luján, de Luján, y Samuel, que en lugar de “importante” decía “significativa”, cantaron conmigo. Yo ocupaba la parte de arriba de la cama marinera, Samuel la parte de abajo y Luján dormía en el piso, sobre mi colchón roñoso. Tendidos uno junto a otro, ocupábamos más de la mitad del monoambiente.
—¡El último que llegó se encarga del desayuno! —gritó Samuel, que anoche se había valido de la misma artimaña para evadirse de la responsabilidad de preparar la cena.
—Sin ningún problema —respondió Luján y fue hasta la cocina.
Diez minutos más tarde dejó sobre la mesa una bandeja con ensalada de frutas, jugo de naranja exprimido, café, té, leche, crema, tostadas, medialunas, manteca, dulce de leche y mermeladas de todo tipo.

miércoles, 17 de abril de 2013

Día 107 - El pata de lana

Hoy me desperté cantando “En septiembre”, de Miguel “Conejito” Alejandro. Reemplazando por un sinónimo o por una frase equivalente cada palabra que contuviera la letra “p”, Samuel cantó conmigo. En lugar de “septiembre” él decía “el noveno mes del año”, cantando rapidito en esa parte, para respetar los tiempos de la canción. Las cosas no están del todo bien entre nosotros. Anoche, sin ir más lejos, tuvimos una pequeña disputa, porque en el monoambiente de Vicky hay una cama marinera y ambos queríamos ocupar la parte de arriba. Tras una serie de argumentaciones que no condujeron a ningún acuerdo, grité “¡Canté pri!” y se terminó la discusión.
Cerca del mediodía nuestros estómagos coincidieron en sus quejidos. No habíamos desayunado y nuestros cuerpos reclamaban el almuerzo.
—Samuel —le dije—, para organizarnos un poco, ¿qué te parece si nos vamos turnando y cada uno se encarga de preparar una comida?
—Dale. Yo segundo —me dijo.

martes, 16 de abril de 2013

Día 106 - Más que amigos


Hoy me desperté cantando “Juntos a la par”, de Pappo Napolitano. No sé si la exposición al humo del cannabis habrá potenciado las alucinaciones que tengo desde que fui por primera vez al Lugar Especial, pero ayer casi que no pude conciliar el sueño, porque ni bien cerraba los ojos se aparecía ante mí la imagen de ese rostro familiar que no logro identificar. Sé que lo he visto anteriormente, pero no recuerdo ni dónde ni cuándo. Para tranquilizarme, llené la bañera y, esta vez sí, tomé un baño de inmersión. Fue inútil. Bastaba con que sumergiera la cabeza en el agua para que la cara subyugara mi conciencia cobrando dimensiones gigantescas.

lunes, 15 de abril de 2013

Día 105 - El hombre perro

Hoy me desperté cantando “La balsa”, versión de Los Gatos. Me bañé, me puse la bata rosa de Vicky y salí con la intención de vestirme. Me llevé un susto tremendo. Mientras me bañaba, Samuel había entrado al departamento y se había sentado a esperarme, peinado a la gomina y vestido con un traje tan caro como elegante. A los pocos minutos llegó Vicky. Tenía puesto un vestido de gala que hacía juego con sus guantes de cocina y la hacía ver todavía más hermosa.
—Bueno… Llegó el día —dijo y tomó asiento.
Para cambiarme tranquilo, busqué la ropa que tenía pensado ponerme y me fui al baño, esperando que a Vicky no le hubiera molestado que estuviera usando su bata. Salí, me senté entre ellos y comenzamos a hablar acerca de la excursión que llevaríamos a cabo en un par de horas. Entre muchas otras que se me habían ocurrido en las últimas horas, les comenté mi idea de incorporar a alguien que tradujera al lenguaje de señas todo lo que dijera Samuel en su condición de guía. Estuvieron de acuerdo. De todas mis proposiciones, fue la única que aceptaron sin poner objeciones.
—Yo tengo una tía que es… —dijo Samuel y la miró a Vicky para que completara su frase.
—Hipoacúsica —dijo Vicky.

domingo, 14 de abril de 2013

Día 104 - Nuestra primera excursión

Hoy me desperté cantando “Circo Beat”, de Fito Paez. Anoche, después de despedirme del mimo de Plaza Francia, volví al departamento que me prestó Vicky, me bañé, me puse mis mejores pilchas y partí rumbo al boliche Amerika —aquel que algunos identifican como el Lugar Especial— con la intención de recabar la información que me permitiera descubrir qué había sucedido en mi última visita y a quién pertenece el rostro que, desde aquel día, invade recurrentemente mis sueños y mis pensamientos. Antes de estacionar, pasé frente al boliche para chusmear cómo estaba vestida la gente que estaba ingresando. Por las dudas, había cargado en la furgonetita la túnica y la capucha blancas, pero no me hicieron falta, porque la gente que, formada en la vereda, esperaba que la hicieran pasar, estaba vestida con ropas normales.

sábado, 13 de abril de 2013

Día 103 - El triángulo amoroso


Hoy me desperté en el departamento que me prestó Vicky cantando “Pipí, papá”, de Flavia Palmiero. No pude evitar pensar en mi padre. A decir verdad, primero fui al baño y después sí, pensé en mi padre. Tenía que lograr que el mimo de Plaza Francia que dice conocerlo me contara todo lo que sabe acerca de él. Pero ¿cómo? Si el muy turro se niega a hablar cuando está pintado y ya comprobé que no soy bueno interpretando sus mímicas. Se me ocurrió que podría seguirlo hasta su casa y quedarme ahí hasta que saliera con la cara despintada. Entonces hablaría.

viernes, 12 de abril de 2013

Día 102 - Un baño de inmersión


Hoy me desperté en el departamento que me prestó Vicky cantando “Mientras haya luces de bar”, de Los Caballeros de la Quema. Después de una seguidilla de días en los que se sucedieron muchos cambios, tenía ganas de cerrar la semana disfrutando de la tranquilidad de mi hogar transitorio. Antes de desayunar, decidí que sería bueno agasajarme con un baño de inmersión. El baño de este monoambiente es casi tan grande como el resto del departamento y tiene una bañera sumamente lujosa. Mientras la llenaba de agua, pensé que, en infinidad de ocasiones, Vicky habría hecho lo mismo que yo estaba haciendo en ese momento y me emocionó un poco la idea de recostarme en el mismo lugar en el que ella habría recostado su cuerpo desnudo. Cuando ya me había quitado la ropa y la punta de la uña encarnada del dedo gordo de uno de mis pies estaba a punto de hacer contacto con el agua, sonó el timbre. Me puse una bata rosa que encontré ahí colgada y fui hasta la puerta.

jueves, 11 de abril de 2013

Día 101 - El cumpleaños de Julio


Hoy me desperté en el departamento que me prestó Vicky cantando “Aprender a volar”, de Patricia Sosa. Anoche, luego de definir vagamente las condiciones de nuestra sociedad, fuimos con Vicky y Samuel a una nueva sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Estacioné a la vuelta y, para que no nos vieran llegar juntos, les sugerí que fuéramos llegando de a uno.
—Andá vos primero —le dije a Samuel. Quería evitar que Vicky y él se quedaran solos.
—No, andá vos —me respondió.
—Andá vos que yo siempre llego último. Sería sospechoso si llego antes que ustedes.
—No, andá vos, así yo llego entre Vicky y vos. Si no el moderador va a creer que estaban juntos.
—Gracias, sos muy amoroso, pero no te preocupes. Mejor andá vos, porque…

miércoles, 10 de abril de 2013

Día 100 - Una sociedad impensada


Hoy me desperté en el departamento que me prestó Vicky cantando “Mi caramelo”, de Bersuit Vergarabat. Cuando terminé, me puse las calzas rojas y la remera amarilla que solía usar en mi trabajo antes de que me despidieran de la estación de GNC y, movido por la letra de la canción, me acerqué al espejo para contemplar mi culo femenino y perfecto. Llamaron mi atención unos pocitos en la superficie de las calzas. Imaginé que habrían sido atacadas por alguna polilla, pero al observar la imagen con mayor detenimiento me di cuenta de que, en realidad, las calzas estaban reflejando la forma de mis nalgas. ¡Me quiero morir! ¡Tengo celulitis! Probablemente haya influido el hecho de haber pasado los últimos días como un sedentario, tirado en la parte trasera de mi furgonetita, pero tres o cuatro días de estar echado no justifican la repentina aparición de esta piel de naranja. Las zapatillas de Jessica Cirio son una estafa. En menos de dos meses el culo se me echó a perder. Lo peor de todo es que no tengo manera de reclamar, porque las compré de segunda mano. ¡Me cago en el encargado del edificio del que me desalojaron y en sus poderes oraculares y en las bolas de fraile!

martes, 9 de abril de 2013

Día 99 - Una cama decente


Hoy me desperté en la parte de atrás de mi furgonetita Volkswagen, cantando “I just called to say i love you”, de Stevie Wonder. Como aquel día en el que desperté cantando una de Andrea Bocelli, no pude abrir los ojos hasta que no concluí la canción. Vaya susto me llevé cuando los abrí. Sentada junto a mi colchón, Vicky trataba de contener la risa tapándose la boca con una de sus manos enguantadas.
—Cantás muy lindo, Don Natalio —me dijo y largó la carcajada.
—¿Qué…? ¿Cuándo…? ¿Cómo entraste? —le pregunté y, sin destaparme del todo, me senté.
—¡Por la puerta, Don Natalio! —me dijo—. Roncás tan fuerte que ni me escuchaste.
—¡Ah, qué amorosa! ¿Hace mucho que estás?
—Diez minutos. Iba a despertarte, pero, además de roncar, te sacudías como si estuvieras teniendo una pesadilla.
—Sí, ya sé… La cara.
—¿Qué cara? —me preguntó.

lunes, 8 de abril de 2013

Día 98 - Soy Vicky, te escucho


Hoy me desperté en la parte de atrás de mi furgonetita Volkswagen, cantando “La llave”, de Abel Pintos. Cuando terminé, no tenía fuerzas para levantarme. Me quedé recostado y, tras caer en una ligera duermevela, volví a dormirme. Desperté por segunda vez en el día, cantando “La yapa”, de Los Nocheros, todavía sin fuerzas para levantarme. Mientras pensaba que tanto mis proyectos personales como laborales no estaban resultando de acuerdo a mis expectativas, una mano enguantada abrió la puerta trasera y una mujer, iluminada desde atrás por el sol, subió y se sentó al costado de mi colchón. ¡Era Vicky!
—¿Qué hacés acá? ¿Cómo me encontraste? —le pregunté.
—¡Natalio! ¿Me estás cargando? —me respondió entre risas— ¡Si estás estacionado a la vuelta de mi casa!

domingo, 7 de abril de 2013

Día 97 - El Lugar Especial (mi primera visita)


Hoy me desperté en la parte de atrás de mi furgonetita Volkswagen, cantando “América”, de Nino Bravo. Tengo que conseguir un lugar para vivir, y debo hacerlo de manera urgente, porque dudo que mi cuerpo tolere una noche más durmiendo en estas condiciones. Al dolor de cintura habitual, está mañana se sumaron un dolor de cabeza intensísimo, mareos y nauseas, todas consecuencias de mi primera visita al sitio cuyo nombre no debería pronunciar, pero, como ya me cansé de tantas prohibiciones y misterios, voy a pronunciar de todas formas: el Lugar Especial.
Las vivencias se suceden en mi memoria como imágenes aisladas que no respetan su orden cronológico. No es mucho lo que recuerdo y hasta temo que en algún momento de la noche alguien me haya dado una bebida contaminada con burundanga o alguna droga semejante. Recuerdo, sí, que estacioné mi furgonetita a la vuelta de la casa de Vicky, la loca de los guantes de cocina, porque habíamos acordado que pasaría a buscarla. A los pocos minutos, dos personas cubiertas por túnicas y capuchas blancas subieron a la parte trasera de mi furgonetita. En un principio, sentí miedo, pero después vi que una de ellas llevaba puestos guantes de cocina y oí que la otra, que se había quedado rezagada, le pedía a la primera que la “aguardara”. Solamente Vicky sería capaz de combinar guantes de cocina con una túnica y una capucha blancas y sólo Samuel utilizaría el verbo “aguardar” en lugar de “esperar”, al menos en Buenos Aires.

sábado, 6 de abril de 2013

Día 96 - Un baño de estación


Hoy me desperté en la parte de atrás de mi furgonetita Volkswagen, cantando “Total eclipse of the heart”, de Bonnie Tyler. Me quedé recostado hasta mucho después de haber concluido la canción. Llevaba más de tres días sin bañarme y, además de roñoso, me sentía triste y deprimido. Como suele pasarme últimamente, la tristeza me condujo al recuerdo de mi padre y a preguntarme por dónde andará. El mimo de Plaza Francia, que dijo haberlo conocido, había respondido, al ser preguntado por su paradero, dibujando un triángulo con el movimiento de sus manos. ¿Qué me habría querido decir? Tenía que averiguarlo.

viernes, 5 de abril de 2013

Día 95 - El cazador de osos panda

Hoy me desperté en la parte de atrás de mi furgonetita Volkswagen, cantando “Despeinada”, de Palito Ortega. Me despertó, en realidad, el repiqueteo de una lapicera contra la ventanilla de la furgonetita. Mientras duró la canción, traté de acomodar un poco mis ropas y mis pelos. Después, salí sigilosamente por la puerta de atrás y me acerqué al policía que, parado junto a la puerta del acompañante, procuraba divisar el interior de mi vehículo-vivienda.
—Disculpe, oficial. ¿Sucede algo? —le pregunté.
—¿Usted es el dueño de esta porquería? —me preguntó él.
—¿No sabe que es de mala educación el responder a una pregunta con otra pregunta? —le dije, como para distender la charla.
—¿Usted es el dueño de esta porquería? —insistió.
—Sí, oficial —le respondí—. Bueno, técnicamente, soy dueño de una cuarta parte de esta reliquia.
—¿Y no sabe que no está permitido estacionar en esta zona en horario laboral?
—No, la verdad, no lo sabía —le dije—. Pero…
—Permítame los papeles del auto y su registro, por favor.

jueves, 4 de abril de 2013

Día 94 - Somos cómplices los tres

Hoy me desperté en la parte de atrás de mi furgonetita Volkswagen, cantando la “Canción del auto nuevo”, de Pipo Pescador. Al parecer, al dj en mi cabeza le produjo algo de envidia el que yo hubiera concretado una cuarta parte de mi sueño y trató de consolarse haciéndome cantar que mi auto es feo. Pobre iluso si cree que con tan poco va a conseguir perturbar mi alegría.
Anoche asistí a una nueva sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Fui manejando mi furgonetita y, a pesar del humo negro que larga el caño de escape, a pesar del ruidito tan extraño como persistente que hace el motor, fue una experiencia sumamente placentera. Por precaución, estacioné a la vuelta y llegué caminando. No creí conveniente que el moderador supiera que tengo un vehículo. Llegué y ahí estaban todos, ocupando sus respectivas sillas, dispuestos en ronda sobre el escenario.

miércoles, 3 de abril de 2013

Día 93 - Mi casa rodante

Hoy me desperté cantando “Timidez”, de Emanuel Ortega. Anoche, debido a que todavía había agua en mi dormitorio, decidí dormir adentro del ropero. Sí, es el mismo ropero que uno de los purretes había meado, pero el agua de lluvia que se filtró por las goteras del techo lo lavó y le quitó la mayor parte del olor. Por alguna razón que desconozco, esta vez no pude salir del ropero hasta que no terminé de cantar la canción. ¿Sería por mi timidez?
Abrí la puerta del ropero y ahí estaba Héctor “Bicicleta” Perales, el encargado del conventillo, metido en el agua de mi dormitorio con sus botas de lluvia amarillas, sosteniendo en una de sus manos un papel que me entregaría sin pronunciar palabra. En él los miembros del Comité Conventillero enumeraban los motivos por los cuales se me notificaba que debía abandonar la morada esa misma mañana. Un poco porque la noticia me mareó, otro poco porque quería ganar algo de tiempo, solté el papel y dejé que cayera sobre el agua. Se había arruinado. De inmediato Bicicleta extrajo de uno de los bolsillos de su sobretodo un papel idéntico al anterior y me lo entregó.

martes, 2 de abril de 2013

Día 92 - La ciudad devastada


Hoy me desperté cantando “El diablo de tu corazón”, de Fito Páez. Ayer llegué a la conclusión de que mi vida se convirtió en un caos. Hoy desperté, me afeité, me bañé, me puse mi uniforme y salí a la calle para descubrir que, como si jugara a ser una extensión de mis vicisitudes, Buenos Aires se había convertido en una ciudad desastre. La lluvia copiosa que cayó durante la noche y la madrugada dejó media ciudad bajo agua, por lo que se me hizo imposible llegar a horario a mi trabajo en la estación de GNC. La situación fue más difícil para mis compañeras, ya que ambas viven fuera de la ciudad. Yo llegué con un retraso de cincuenta y cinco minutos y ellas se demoraron alrededor de dos horas. Haciendo oídos sordos a nuestras explicaciones y ojos ciegos a las postales de fin del mundo que componían el paisaje de la ciudad, el encargado nos informó que, al finalizar la jornada, tendríamos que recuperar las horas perdidas y que no recibiríamos pago alguno por las mismas.

lunes, 1 de abril de 2013

Día 91 - Un completo y absoluto caos

Hoy me desperté cantando “Macarena”, de Los del Río. Mi vida es un desorden. Con tanto feriado, los días se parecen demasiado unos a otros. Si a eso le sumo las pocas horas que estoy durmiendo como consecuencia de la explotación a la que está sometiéndonos el encargado de la estación de GNC y el éxtasis en el que me dejó la gran victoria de Vicky el sábado por la noche, es lógico que me cueste discernir cuáles de los acontecimientos que narraré a continuación tuvieron lugar ayer, domingo, y cuáles sucedieron hoy, lunes.
En el conventillo el ambiente es cada vez más hostil y el trato dista de ser afable. No es para menos. La mayor parte de los inquilinos había apostado sus ahorros a favor de La Mole Moni y por culpa mía y de mi pupila habían perdido lo poco o mucho que tenían. Si no fuera porque creen que mi cuerpo fue poseído por un demonio cantor, ya me habrían dado una buena golpiza. Héctor “Bicicleta” Perales se la pasa refunfuñando y cada vez que paso cerca de donde él está, me señala con la cabeza y, por lo bajo, le dice algo a quien tenga cerca.