jueves, 19 de diciembre de 2013

Día 353 - Supongo que Moscú

Hoy me desperté cantando “Qué será, será”, de Doris Day. No podía dejar de preguntarme que sería lo que pensaban hacer los rusos conmigo una vez que llegara a su país, pero, tras varias horas de darle vueltas al asunto, decidí que lo mejor sería dejarme sorprender. ¿Para qué adelantarme? ¿Por qué no dejar que la vida siguiera su curso natural? Porque, después de todo, si hubieran querido hacerme algún daño, podrían haberlo hecho acá, en mi país, sin necesidad de esperar hasta estar en su tierra.
Más allá de la tranquilidad alcanzada, le experiencia con los traductores me había dejado una enseñanza: si quería evitar futuros malos entendidos, debería aprender el idioma antes de partir. Debía comenzar, cuanto antes, un curso intensivo de ruso. Investigando en internet, di con la página de la Casa de Rusia en Buenos Aires y hacía allí conduje mi furgonetita Volkswagen.

La mujer que me atendió ratificó la información de la página.
―La suscripción a los cursos generales comienza el dieciséis de enero y finaliza el catorce de marzo. Los cursos de verano se dictan entre el catorce de enero y el catorce de marzo ―dijo como si estuviera repitiendo un discurso aprendido de memoria.
―¿No tienen cursos intensivos ―le pregunté―, de diez o quince días por ejemplo?
―La suscripción a los cursos generales comienza el dieciséis de enero y finaliza el catorce de marzo. Los cursos de verano se dictan entre el catorce de enero y el catorce de marzo ―repitió y despertó en mí la sospecha de estar hablando con una máquina.
―¿Y cursos a distancia? Si yo quisiera hacer el curso desde otra ciudad, o estando en otro país, ¿podría?
―La Casa de Rusia podría enviarle el material siempre y cuando usted abonara la ficha con anticipación. No recibiría apoyo teórico por parte de un profesor, pero podría consultar los libros. Eso sí, para participar del curso de verano debe encontrarse en una ciudad en la que esa sea la estación vigente durante el transcurso de las clases. ¿Desde qué ciudad lo hará?
―Supongo que Moscú.
―¿Moscú? Imposible. Allá es invierno en verano.
―¿Moscú? ¿Dije Moscú? ―le pregunté― Quise decir Mosconi, General Mosconi, en la provincia de Salta.
―En ese caso, no habrá inconvenientes, señor. Sólo deberá abonar el curso, proporcionarnos una dirección de mail y, una vez que haya cumplido con los requisitos, recibirá el material.
Parece que estando en Rusia voy a estudiar ruso en Argentina, en la Casa de Rusia. ¡Qué país el nuestro! ¡Ofrece soluciones para cualquier asunto! ¡Cómo voy a extrañarte! Sin embargo, el hecho de estudiar en mi patria me permitirá sentirme vinculado a la tierra que me vio nacer, aquella que, salvo por aquel fin de semana que pasamos con Vicky en Colonia del Sacramento, nunca abandoné, ni por un segundo, ni por un instante.

2 comentarios:

  1. Bueno, Don Natalio, esto sí que es un estudio sofisticado.

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    1. Muchas gracias, Fernando. No sabía que tenías referencias del lugar.
      Saludos!

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