domingo, 3 de noviembre de 2013

Día 307 - El derecho a ser infiel

Hoy me desperté cantando “I heard love is blind”, de Amy Winehouse. A eso de las nueve de la mañana, después de que una enfermera hubiera renovado mi suero, alguien me habló desde la otra cama. Supuse que habría sido el viejo que la había ocupado al menos hasta la hora en la que me había dormido durante la noche anterior, pero no, el que me hablaba era Luis Miguel, que por lo visto, vestido y todo, se había metido bajo las sábanas.
—Pablito, ¿cómo estás? —me preguntó.
Venía a verme por un trabajo de investigación. Lo supe porque, en lugar de llamarme por mi nombre, había pronunciado mi nombre de encubierto.
—Bien, bien —le respondí—. Pero, ¿qué hacés acá? ¿Qué hiciste con el viejo que estaba en esa cama?
—Al viejo le dio el alta San Pedro y yo estoy acá porque tengo un trabajo para vos —dijo y se cubrió hasta la cabeza con las sábanas porque se oyeron pasos en el pasillo.
—¿Un trabajo? Definitivamente, vos no tenés respeto por nada. ¿No ves cómo estoy?
—Justamente por eso te vine a ver. El trabajo es acá adentro, en el hospital.
—A ver, decime, ¿en qué consiste? —le pregunté.
—Un clásico. La mujer de un médico quiere saber si…
—Sí, sí, ya sé —lo interrumpí—, quiere saber si el marido la engaña con alguna médica, paciente o enfermera.
—No, eso más que un clásico es una obviedad. No seas ingenuo. ¿Quién va a gastar dinero en detectives para averiguar algo que sabe todo el mundo? ¿Para qué estudia medicina la gente si no es para adquirir, junto al título, el derecho a ser infiel? Lo que quiere saber la mujer de este médico es si el marido está comiendo las viandas que ella le prepara o sí, por el contrario, come cualquier cosa. Al parecer, el tipo le insistió a la mina para que se ponga a dieta y baje dos kilitos de más que él dice que ella tiene, ella le dijo que no le parecía justo el reclamo, porque él tiene, por lo menos, treinta kilos de más. Acordaron hacer la dieta juntos. Ella adelgazó y el engordó. Él se escuda diciendo que tiene un problema genético, pero ella no le cree y sospecha que come cualquier cosa acá en el hospital. ¿Está claro?
—No.
—Bueno, lo que tenés que hacer es informarme qué come este médico —dijo y me alcanzó una foto—. Me informás cualquier cosa que se meta a la boca, ya sea un caramelo, un pollo al espiedo, un malvavisco o un escarbadientes.

6 comentarios:

  1. Definitivamente, Luis Miguel es un detective para señoras.

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    1. "Detective para señoras", gran nombre para una película dirigida por Gerardo. ¿Tendrás el número de él para pasarle la idea?
      Saludos!

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  2. Uh! Perdí los datos del celular. Pero probá con el 0800-444-GERARDO

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    1. No, Fernando, debe ser el número de una veterinaria, porque me atendió un gato.
      Saludos!

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  3. Jajaja! Risas extras, saludos

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    1. Claro que sí, Anó, cualquier producto de Gerardo produce risas extras.
      Saludos!

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