jueves, 31 de octubre de 2013

Día 304 - La ventaja de la luz del día

Hoy me desperté cantando “Se fue”, de Laura Pausini. Tenía pensado revelarle a mi madre todo lo que había averiguado en relación a las verdaderas intenciones de mi padre. En realidad, no tenía mucho más que un puñado de sospechas y presunciones, no sabía con exactitud qué era lo que estaba tramando, pero supuse que informarle que las demás mujeres de mi viejo estaban en la ciudad bastaría para que mi vieja hiciera un escándalo.
Había decidido esperar hasta las cuatro o cinco de la tarde, que era la hora en la que mamá solía despertar de la siesta, pero no me aguanté y, ni bien terminé de desayunar, a eso de las diez y media, marqué el número de su casa en mi celular. Sonó una vez, sonó dos veces, estaba sonando una tercera cuando la interrupción del tonó me indicó que alguien había levantado el tubo.
—¿Hola? ¿Mamá? —pregunté, pero nadie respondía.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Día 303 - Con ojos enamorados

Hoy me desperté cantando “Hoy te necesito”, de Manuel Wirzt. Firmado el preacuerdo, la pelea entre Vicky y la falsa Lucrecia era una realidad y yo, que no quería que se llevara a cabo, tenía además la sensación de estar del lado equivocado. Vicky y yo ya no teníamos ningún tipo de relación, pero por el recuerdo de lo nuestro, por la relación intensa que habíamos compartido, tenía más afinidad con ella que con la falsa Lucrecia. Por otro lado, tenía fundamentos para temer por su integridad física. A diferencia de mi ex amada, mi pupila era una boxeadora profesional y contaba con una vasta trayectoria, una agilidad incontrastable y una intensidad muy difícil de tolerar para sus rivales de turno.

martes, 29 de octubre de 2013

Día 302 - Como si fuéramos extraños

Hoy me desperté cantando “Elvis”, de Kapanga. Mis movimientos pélvicos despertaron los chiflidos y gritos de vitoreo por parte de Samuel y Luján, mi primo rastafari de Luján. El comienzo del día, festivo por demás, invitaba a ilusionarse con la idea de una jornada sin contratiempos, pero a los pocos minutos el chillido del timbre resquebrajó la esperanza de un día de tranquilidad.
—Lucrrrecia, señorrr —dijo la voz al otro lado del portero eléctrico—. Rrrecuerrrde que hoy tenemos que irrr a firrrmarrr el prrreacuerrrdo parrra la pelea de noviembrrre contrrra su ex prrrometida.
—No era mi prometida, Lucrecia. Era mi novia nada más. ¿Era hoy la firma? —le pregunté.
—Sí, señorrr —respondió ella.
—Bueno, esperame unos minutos que ya bajo.

lunes, 28 de octubre de 2013

Día 301 - Atraído por la Justicia Social

Hoy me desperté cantando “Señora de las cuatro décadas”, de Ricardo Arjona. Esa parecía ser la edad de la mujer del candidato. Ayer, domingo, llevaba media hora de espera en la escuela en la que se suponía que ella iba a votar, cuando apareció. Me llamó la atención su aspecto juvenil, porque parecía mucho más joven ahí, viéndola en persona, que en la foto que me había pasado Luis Miguel para que pudiera identificarla. Caminé rápido y me pegué a ella para quedar un puesto detrás en la fila, porque de eso dependía el éxito de la misión.
Será porque se realizan los domingos, porque hay muchos que después de votar tienen que ir a comprar las pastas para el almuerzo, porque habrán dejado el agua en el fuego, porque sus familias los esperan para ir a algún lado, porque al día siguiente es lunes y la mayoría debe retomar sus actividades laborales… No sé cuál será el motivo, pero todo el mundo parecía estar apurado por votar y algunos llegaban al extremo de simular un malestar, una renquera, un embarazo, nada más que para adelantarse dos puestos en la fila. Por las dudas, para no perderle pisada a la mujer del candidato, pegué mi cuerpo al de ella.

domingo, 27 de octubre de 2013

Día 300 - La mujer del candidato

Hoy me desperté cantando “La mujer del candidato”, de El dj en mi cabeza. Presumo que al muy turro ahora se le dio por componer, o quizá consideró que este día trescientos ameritaba una producción casera, porque en internet no hay un solo rastro de la cumbiancha que desperté cantando. La letra no es ni muy pretenciosa ni muy elevada. El estribillo dice así: Anda siempre arreglada / nunca se le escapa un flato / cuídense porque ahí viene / la mujer del candidato / Cuando dobla en una ochava / vuelve loco´ a lo´ muchacho´ / que se peinan porque ahí viene / la mujer del candidato.
Nunca, desde que me persigue esta maldición de despertar cantando, sentí tanta vergüenza; ni siquiera en los días en los que la rocola de mis infortunios selecciona una canción de Arjona. Faltan nada más que sesenta y cinco días para cumplir los treinta y sé que si sigo por este camino ni siquiera voy a estar cerca de desactivar la tan temida crisis.

sábado, 26 de octubre de 2013

Día 299 - Un harén cosmopolita

Hoy me desperté cantando “千百度”, de . Después de levantarme, pasé cinco horas y media escuchando música asiática en internet hasta que descubrí cuál era la canción. Creo que mi reciente experiencia como asistente de detective me dio herramientas que fueron fundamentales para alcanzar el éxito en esa empresa. He desarrollado a tal punto la perspicacia que, aunque en ningún momento se pronunciaron en ese sentido, cerca del final de mi búsqueda me di cuenta de que tanto Samuel como mi primo Luján, de Luján, estaban fastidiados por la maratón de música asiática a la que los estaba sometiendo. Cuando terminé, comí algo, salí y manejé mi furgonetita hasta la casa de mi viejo. No lo llamé para avisarle que iría, porque quería agarrarlo desprevenido y preguntarle si la rubia con la que había estado dos días atrás en la plaza Almagro era Gretchen Shutcrut, su esposa alemana, o si se trataba de una nueva mujer en su vida.

viernes, 25 de octubre de 2013

Día 298 - La verdad de la milanesa

Hoy me desperté cantando “La verdad mentira”, de Chambao. Ayer, luego de atestiguar lo que realmente hacía Óscar Casabache con los tres pesos de la propina que no dejaba en el bar “La Perinola”, lo seguí hasta su casa, fuera de la cual me encontré con Luis Miguel, que lucía como si recién hubiera acabado de bañarse. Ni bien me vio me pidió que le contara la verdad de la milanesa.
―Y, mirá ―le dije yo―, si la hacés frita te queda más rica que si la hacés al horno, pero es, por lejos, mucho menos saludable. En cuanto al área comercial, hay sectores de la sociedad empeñados en alimentar el mito de que ciertos carniceros preparan sus milanesas con carne de gato, pero yo no creo que sea cierto. ¿Sabés lo difícil que es matar un gato? Además, ¿cuánta carne le podés sacar? No te alcanza ni para dos milanesas. No, para mí eso es un mito urbano, similar a aquel que relaciona el tráfico de drogas con cualquier negocio que permanezca abierto las veinticuatro horas del día.

jueves, 24 de octubre de 2013

Día 297 - La ñata contra el vidrio

Hoy me desperté cantando “El amarrete”, de Ricky Maravilla. Me levanté, me afeité, me bañé, me vestí y, antes de salir a la calle, me puse el sombrero y el sobretodo que, pensando en la ocasión, había rescatado del fondo del ropero. Eran las doce y cuarenta y cinco del mediodía cuando me senté en una mesa del bar “La Perinola”. Eran las doce y cuarenta y ocho cuando el mozo me dijo que si no iba a consumir nada no podía quedarme ahí. Me paré de inmediato y me fui a la vereda. ¿Qué iba a hacer? No tenía dinero y Luis Miguel no estaba ahí para que le reclamara los viáticos. Me había asignado a mí la investigación del bar y, aprovechando la ausencia de Óscar Casabache, había ido a hacerle una visita a Gladys Forivonti para, según me había dicho, hablar un poco acerca del caso.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Día 296 - Las propinas de Óscar Casabache

Hoy me desperté cantando “La rubia tarada”, de Sumo. La canción trajo a mi mente la imagen de la falsa Lucrecia (que coincidía con la mujer de la canción nada más que en el color de cabello) y recordé que aún debía hacer algo para suspender su pelea con Vicky. Por más empeño que pusiera, no se me ocurría nada. Necesitaba ayuda, pero tenía un problema: no podía recurrir ni a Vicky ni a mi primo Luján, de Luján, porque la primera estaba involucrada y el segundo, desde que se había hecho las rastas, no hacía más que hablar de la paz y del amor. Decidí, entonces, que tendría que ir a verlo a mi padre, contarle lo sucedido y pedirle consejo. Tomé el teléfono con la intención de llamarlo para arreglar un encuentro, pero justo en ese momento entró una llamada. Era Luis Miguel.
―¿Pablito? ―me preguntó.
―No, equivocado ―le dije―. No me llamo Pablo. Me llamo Don Natalio Gris.

martes, 22 de octubre de 2013

Día 295 - El Robin de Aquaman

Hoy me desperté cantando “La muerte del preso que se fugó por ir a bailar cumbia”, de Los Destellos. Cuando terminé, Samuel, quien es, al parecer, un estudioso de la música latinoamericana, me preguntó si yo había inventado la letra de la canción que acababa de cantar. Le dije que no, que ni sabía de qué canción se trataba.
―La música es de Los Destellos, una banda fundadora de la cumbia del territorio que limita con Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia y Chile ―me explicó.
―¿Perú? ―le pregunté.
―Exactamente ―confirmó él.
―Bueno, entonces la letra deben haberla hecho Los Destellos ―le dije.
―No, esa canción no tiene letra, es instrumental. Además, Los Destellos no hubiesen hecho semejante berretada. No hagas más estas cosas, ¿sí?

lunes, 21 de octubre de 2013

Día 294 - Como tuca a rastafari

Hoy me desperté cantando “El fantasma de Canterville”, versión de León Gieco. Supe que era la versión de León porque enseguida me levanté de la cama y corrí a ponerme el sombrero. Mi primo Luján, de Luján, sacó de entre sus rastas una armónica y me acompañó en la canción mientras Samuel hacía lo propio con un charango que extrajo, también, de entre las rastas de Luján. Terminamos y les transmití mi preocupación por la pelea que, si no hacíamos algo, se produciría a mediados de noviembre.
―¿Vicky contra Lucrecia? ―preguntó Samuel.
―Sí ―le dije―, la mismísima Vicky contra la otrísima Lucrecia. ¿Qué vamos a hacer?
―Mirá, esto nos viene como tuca a rastafari, porque justo quería hablar con vos acerca de este tema ―me dijo Luján.
―¿De qué tema? ―le pregunté.

domingo, 20 de octubre de 2013

Día 293 - El té de medianoche

Hoy me desperté cantando “Puerto Pollensa”, de Marilina Ross. Es el Día de la Madre. Luján me lo recuerda y me pregunta si no voy a ir a visitar a la mía. Le digo que no, que no estoy de humor, que es una fecha que en casa nunca se celebró con demasiada pompa, que lo tiene a mi viejo de vuelta vaya uno a saber por cuánto tiempo, que lo disfrute a él. Me pregunta si me pasó algo. Le digo que sí, que por desgracia la falsa Lucrecia ganó su pelea. No comprende, sonríe pero por incomodidad y me hace notar que Lucrecia es mi pupila, que se supone que debería estar feliz, feliz por ella y por mí. Le digo que ya sé, pero que hay algo más, que es un asunto de adultos, que algún día, cuando sea grande, lo va a entender. Insiste, quiere saber qué es lo que me sucede y, resignado, le cuento.

sábado, 19 de octubre de 2013

Día 292 - Su primera victoria sobre suelo argentino

Hoy me desperté cantando “Piñas van, piñas vienen”, de 2 minutos. Dos minutos faltaban para las tres de la tarde, hora a la que debía comenzar la pelea de la falsa Lucrecia contra Elsa Nora “Cantimplora” Godoy. Dos minutos nos tomó caminar desde el vestuario del club hasta el cuadrilátero. El locutor anunció a Lucrecia y ella subió al ring pasando entre las cuerdas. Yo me acerqué al rincón, miré hacia atrás y vi a Vicky y a Arnoldo Jorge Negri sentados entre el público en la segunda fila. A pesar de los nervios que me producía la inminencia del combate, los celos infantiles de mi amada, que la habían llevado a entrenar durante toda la semana para vigilarme y a presenciar la pelea de mi nueva pupila, hicieron que se me dibujara una sonrisa en el rostro.

viernes, 18 de octubre de 2013

Día 291 - Condena de favores

Hoy me desperté cantando “Me río de tí”, de Gloria Trevi. A primera hora la pasé a buscar a la falsa Lucrecia y fuimos al gimnasio, donde tendríamos nuestro último entrenamiento antes de la pelea. Físicamente, estaba bien, pero todavía no habíamos podido trabajar la estrategia porque la juventud era la única característica de nuestra rival que conocíamos. Por lo menos teníamos a la persona indicada haciendo las averiguaciones necesarias. En cualquier momento llegaría para reportarnos las novedades, por lo que, con la intención de matar un poco el tiempo, la falsa Lucrecia se puso a saltar la soga.
―Despacio ―le dije―, con calma, mirá que tenés que dar el peso. En lugar de saltar la soga, andá a comprar media docena de medialunas, que debés estar como doscientos gramos debajo de la categoría.

jueves, 17 de octubre de 2013

Día 290 - El tratante de albinas

Hoy me desperté cantando “Sólo un poquito no más”, de Charly García. La verdad es que, para el poco tiempo de trabajo que llevábamos, el entrenamiento de Lucrecia marchaba más que bien. Sabiendo ya que ella podía aportar la parte que le tocaba, concluí que había llegado el momento de pensar en su contrincante y planear la estrategia. Mientras le sostenía la bolsa para que ella la golpeara moviéndose con toda su velocidad y su destreza, le pregunté:
―¿Contra quién peleamos?
―No sé ―me dijo.
―¿Cómo que no sabés? Me habías dicho que era una muchacha joven que entrena muy fuerte.
―Sí, eso sé, perrro nada más. Ni su nombrrre ni su edad ni su peso ni su estaturrra ni el nombrrre de su entrrrenadorrr ni su rrrecorrrd prrrofesional. No sé nada.
―Y ¿cómo se supone que preparemos una pelea si no sabemos nada de tu contrincante? ―le pregunté.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Día 289 - El puño prohibido

Hoy me desperté cantando “Fruta fresca”, de Carlos Vives. El entrenamiento de ayer entre Vicky y Lucrecia me produjo todo tipo de sensaciones. Por un momento, debo reconocerlo, me convencí de que estaban peleando por mí. Después, cuando Lucrecia conectó en el cuerpo de Vicky la trompada que hizo que esta última se hincara sobre la lona, sentí al mismo tiempo lástima por mi amada y orgullo por mi nueva pupila. Finalmente, al ver cómo Arnoldo Jorge Negri interrumpía la actividad nada más que para protegerla, me enfermé de celos.
No podía seguir así, porque mis inseguridades iban a interferir en la preparación de la falsa Lucrecia. Decidí, entonces, que lo mejor sería aparecernos frente a Vicky y Arnoldo y hacerle saber que yo estaba entrenando a otra y que sabía que ella estaba entrenando con otro.

martes, 15 de octubre de 2013

Día 288 - Dos mujeres peleando por mi amor

Hoy me desperté cantando “No hay tiempo que perder”, de Los Gatos. ¡No había tiempo que perder! ¡Me levanté, me bañé, me vestí y salí de raje rumbo al gimnasio, previa parada en la casa de la Falsa Lucrecia para pasar a buscarla! ¡Estaba alterado! ¡Nos quedaban cuatro días de entrenamiento antes de la pelea! ¡Cuatro días nada más! ¡No lo podía creer! ¡Llegamos al gimnasio a primera hora! ¡Yo tengo llave, así que no tengo que pedirle permiso a Arnoldo Jorge Negri! ¡Puedo entrar y salir cuando a mí se me antoje! ¡No había nadie ahí! ¡Mejor, así podríamos disponer del cuadrilátero sin la necesidad de andar cantando “pri” o reservando turnos!
¡Empezamos a guantear! ¡Lucrecia no estaba poniendo todas las energías que ameritaba la situación! ¡Faltaban cuatro días para la pelea! “¿Qué le pasa?”, ¡me pregunté!
―¿Qué te pasa? ―le pregunté.

lunes, 14 de octubre de 2013

Día 287 - Cuatro días para el evento

Hoy me desperté cantando “Positiva”, de Érica García. Me levanté de la cama y caminé hasta el baño. Cantando frente al espejo me di cuenta de que estaba harto de mi vida. Necesitaba despejarme, hablar con alguien, pero todas las personas a las que solía recurrir en situaciones delicadas como la que estaba atravesando eran parte del problema y no serían, por ende, parte de la solución. No podía ir a contarle a Vicky que sospechaba que Vicky me estaba engañando con Arnoldo Jorge Negri ni iba a contarle a mi viejo que sabía que la familia africana de mi viejo estaba en Argentina y en contacto con él. Tampoco podía acudir a mi primo Luján, de Luján, porque, sumergido en plena etapa de reconciliación, no tenía cabeza más que para sus flamantes rastas y su nuevamente amigo Samuel.

domingo, 13 de octubre de 2013

Día 286 - ¿Cómo andás? Tanto tiempo

Hoy me desperté cantando “Sun is shining”, de Bob Marley & The Wailers. A mi primo Luján, de Luján, las extensiones de pelo largo y lacio deben haberle afectado la personalidad, porque ni bien empecé a cantar, se levantó del colchón en el que duerme, corrió hasta la cocina, buscó un tenedor y el rallador de queso y. haciendo pasitos propios de la cumbia, empezó a raspar el rallador con el tenedor tratando de seguir el ritmo de la música.
Había sido suficiente. Samuel y yo estuvimos de acuerdo en que había llegado el momento de que le hicieran las rastas. Pensé que podríamos aprovechar para celebrar su reconciliación y los invité a pasar la tarde en Plaza Francia. Todavía conmovidos por mis palabras del día anterior, me convencieron de que la invitara a Vicky.

sábado, 12 de octubre de 2013

Día 285 - Amigos inseparables

Hoy me desperté cantando “Reconciliación”, de Ricardo Arjona. Nunca es lindo despertarse cantando una canción de Arjona, pero esta por lo menos tiene la ventaja de no ser una de las más rimonas. Terminé de cantar y vi que mi primo Luján, de Luján, estaba agachado y casi metido en el ropero, revolviendo todo y arrojando ropa hacia afuera. Sus extensiones lacias y castañas caían por detrás de su espalda hasta rozar el piso.
―¿Qué pasa? ¿Qué buscás? ―le pregunté.
―¡Mi mochila, mi ropa, mi documento, mi billetera, todas mis cosas! ―me dijo―. Anoche dejé todo armado para irme ni bien me levantara y desapareció todo.
―¿Habrán entrado ladrones? ―Yo sabía que Samuel era el responsable de que sus pertenencias faltaran, pero le hice la pregunta para disimular.

viernes, 11 de octubre de 2013

Día 284 - Preocupación monetaria

Hoy me desperté cantando “Rosas a Sandra”, de Sabú. Luego de pasarse la planchita por sus extensiones, mi primo Luján, de Luján, nos convocó a Samuel y a mí a una reunión de urgencia. Nos sentamos los tres en torno a la mesa y mi primo tomó la palabra.
―Estimados ―nos dijo en un tono solemne―, es mi deber informarles que mañana, a primera hora, me iré de la ciudad.
Samuel quedó boquiabierto, como si no terminara de dar crédito a lo que había oído.
―Pero, ¿te vas con la murga itinerante “Los Piantavotos de Ituzaingó” o te vas con alguien más? ―le pregunté.
―No, con nadie. Me voy solo.
Samuel le lanzó una mirada que se debatía entre la incredulidad y el escepticismo. No decía nada, pero, como el anuncio le había bajado las defensas de manera drástica, era fácil interpretar sus pensamientos, por lo que comencé a hacerle a Luján las preguntas para las que suponía que Samuel necesitaba una respuesta. Mi primo respondía con evasivas.

jueves, 10 de octubre de 2013

Día 283 - El contraabandono

Hoy me desperté cantando “Mi viejo”, de Piero. La verdad es que, más allá de lo que diga la letra de la canción, me es muy difícil determinar si las actitudes de mi viejo son propias de un buen tipo o si, por el contrario, se porta como una basura. ¿Cómo puede un hombre mostrarse tan tranquilo luego de haber formado seis familias y haberlas abandonado a todas? Pero, por otro lado, si mi madre lo había aceptado nuevamente en su vida más de quince años después del abandono, si era cierto que Botswana Amarula, su mujer africana, lo había seguido hasta Argentina, si sus mujeres eran capaces de perdonarlo todo y abandonar otro tanto por él, entonces algo bueno debería haber hecho.
Pensando en estas cosas entendí que, antes de juzgar las actitudes de mi viejo, debía darle la oportunidad de que expusiera los motivos por los que se había comportado de determinada manera. Por eso fui a su casa; por eso y porque no tenía suficiente paciencia como para esperar a que Luis Miguel me confirmara la presencia de Botswana en Argentina y me informara si mi viejo estaba al tanto de ese asunto.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Día 282 - Una cuestión de orgullo profesional

Hoy me desperté cantando “Africa”, de Toto. Dormí en la parte baja de la cama marinera, porque no pude negarme al pedido de Samuel, que me solicitó un cambio de camas para evitar dormir cerca de mi primo Luján, de Luján, que ocuparía el colchón que solía usar antes de marcharse. Así, como consecuencia de alguna disputa de la que aún no me han hablado, tuve que acceder a dormir entre medio de ellos dos. Todo sea por mantener la paz en el hogar.
Ni bien terminé de cantar, lo llamé a Luis Miguel para avisarle que ya no hacía falta que buscara a Luján, porque había regresado.
―Sí, ya lo sabía ―me dijo.
No llegué a descubrir si realmente lo sabía o si me estaba mintiendo por una cuestión de orgullo profesional.

martes, 8 de octubre de 2013

Día 281 - Las extensiones

Hoy me desperté cantando “El revelde”, de La Renga. Samuel y yo llevábamos un buen rato pensando en qué almorzaríamos cuando oímos el ruido de una llave en la cerradura. La puerta se abrió y ahí lo vimos. Mi primo Luján, de Luján, había regresado de su viaje como mochilero. Al principio nos costó reconocerlo, porque, además de estar fumando un cigarrillo, tenía el pelo largo, muy largo, y la barba muy crecida.
―¡Luján! ¿Sos vos? ―le pregunté.
―No, soy Teresa Parodi ―me dijo―. ¡Claro que soy yo! ¿Quién voy a ser si no?

lunes, 7 de octubre de 2013

Día 280 - La canallada

Hoy me desperté cantando “Traición”, de Miranda. Afortunadamente, la experiencia que vivió Samuel viajando como mochilero hizo que abandonara la práctica del rat, esa variante del rap que no contempla el uso de palabras que contengan la letra “p” y que sólo le había servido para exasperarme. Unos minutos después de las dos de la tarde sonó el timbre. Sabía que era la falsa Lucrecia, que había venido para que tuviéramos nuestro primer entrenamiento.
―¡Es para mí! ―dije y bajé directamente para evitar que Samuel supiera con quién iba a estar, porque temía que el rumor llegara a oídos de Vicky.

domingo, 6 de octubre de 2013

Día 279 - Cinco hermanos y medio

Hoy me desperté cantando “Dos mujeres”, de Daddy Yankee. Faltaba un día para mi primer entrenamiento con la falsa Lucrecia y me sentía culpable por no haberle contado nada a Vicky. Después de pensarlo largamente decidí que le diría la verdad. La llamé y la invité a pasar la tarde en Plaza Francia. Necesitaba ablandarla un poco antes de darle semejante noticia.
Después de almorzar, pasé a buscarla por su casa. En la plaza, nos sentamos sobre una manta que ella había llevado y, mientras tomábamos unos mates, me puse a pensar en la mejor manera de darle la noticia. En un principio, consideré el método que Luis Miguel había empleado, un día antes, para darle a entender a mi madre que ella no era la única mujer en la vida de mi viejo, pero el desenlace de aquella experiencia me disuadió de llevarlo a cabo. Pensé, entonces, en decírselo de una vez, sin dar demasiadas vueltas, como si le estuviera quitando una curita, pero justo cuando iba a comenzar a hablar, una figura masculina se interpuso entre el sol y yo, y me cubrió con su sombra. Levanté la vista. ¡Era mi viejo!
―¡Papá! ¿Qué hacés acá? ―le pregunté― Te presento a Vicky, mi… eh… mi…

sábado, 5 de octubre de 2013

Día 278 - La segunda separación de mis viejos

Hoy me desperté cantando “Las manos de mi madre”, versión de Mercedes Sosa. Por primera vez luego de muchos días, Samuel despertó bajo el mismo techo que yo. Por cortesía, cuando terminé de cantar le pregunté si quería tomar algo para el desayuno, pero me agradeció y declinó la oferta. A eso de las once bajé hasta la calle, busqué la furgonetita y pasé a buscar a Luis Miguel por su casa. En el camino rumbo a lo de mi vieja le pregunté qué era exactamente lo que sabía respecto a la múltiple vida de mi viejo y le repetí que su presencia respondía, pura y exclusivamente, a mi necesidad de determinar qué es lo que sabe mi vieja de todo este asunto.

viernes, 4 de octubre de 2013

Día 277 - Atrincherado en Barracas

Hoy me desperté con un fuerte dolor de cabeza, cantando “Matador”, de Los Fabulosos Cadillacas. No vuelvo a probar una gota de alcohol por el resto de mi vida. Era tal la descompostura que me había producido la resaca, que no me quedó más remedio que obviar el desayuno y prepararme un poco de arroz con aceite para el almuerzo. Después de comer, me acosté con la intención de dormir la siesta, pero recordé el consejo de mi padre, quien me había recomendado no dormir más de una vez por día, porque eso podría ayudar a fijar, aún más, la maldición de despertar cantando que pesa sobre mí. Limité mi accionar, entonces, a recostarme y a pensar en nada.
Unos pocos minutos más tarde sonó mi teléfono. Era Luis Miguel. ¿Qué querría? Sólo había una forma de averiguarlo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Día 276 - Mi viejo, el polígamo

Hoy me desperté cantando “¿Cómo le digo?”, de Rodrigo. La pregunta que se hace la canción es la misma que me estaba haciendo desde que había aceptado convertirme en el entrenador de la Falsa Lucrecia. ¿Cómo haría para decirle a Vicky que estaba entrenando a otra? Buscando elementos que me permitieran resolver el problema, repasé uno a uno los Diez Mandamientos que mi viejo me había legado, pero, más allá del Séptimo, que desaconseja estar con dos mujeres al mismo tiempo, ninguno arrojaba luz sobre la situación.
Si ese producto de la sapiencia y la experiencia humana no iba a servirme de ayuda, debería, entonces, acudir a la fuente, y eso fue lo que hice.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Día 275 - El lunes empezamos

Hoy me desperté cantando “Suena el timbre”, de Estelares. No habían transcurrido diez segundos desde que había finalizado la canción cuando sonó el timbre. ¿Quién sería esta vez? A medida que me acercaba al portero eléctrico crecía en mí la ilusión de oír la voz de Vicky al otro lado. Levanté el tubo y pregunté quién era convencido de que su tono dulce me anunciaría que era ella, mi amada.
—Soy Lucrrrecia, señorrr. Baje a abrrrirrr que tengo que hacerrrle una prrropuesta.
¿Lucrecia? ¿La falsa Lucrecia? ¿La ucraniana de la agencia que ofrecía servicio de limpieza a domicilio? ¿Qué hacía en la puerta de mi casa? ¿Qué propuesta pretendía hacerme? Para averiguarlo no tenía más remedio que bajar y abrirle. Así lo hice. Subimos en el ascensor. Sus gestos combinaban ansiedad y nerviosismo.
—¡Qué clima loco! —me dijo, como para romper el hielo—, no se va más el frrrío.

martes, 1 de octubre de 2013

Día 274 - Favor con favor se paga

Hoy me desperté cantando “Ahora te puedes marchar”, de Luis Miguel. Desayuné, me bañé, me vestí y fui a las oficinas del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”, a reunirme con Luis Miguel, el detective gracias al que había recuperado a mi viejo, para que me ayudara a encontrar a mi primo Luján, de Luján, y a Samuel. Estacioné a media cuadra y caminé hasta ahí. La puerta estaba cerrada y adentro no había nadie, por lo que no me quedó más remedio que sentarme en el marco de una ventana a esperar a que llegara.
Pasé las siguientes tres horas pensando en Vicky, en el tiempo que pasamos distanciados, en nuestro reencuentro, en mi viejo; imaginando cómo sería el momento en el que mis ocho hermanos se enteraran de su regreso. De golpe caí en la cuenta de que, por primera vez en muchísimos años, tendríamos la oportunidad de pasar las fiestas en familia. No había llegado a discernir si se trataba de una buena o una mala noticia cuando volví a la realidad y lo vi a Luis Miguel que, desalineado, despeinado y con aspecto de haber bebido mucho y haber dormido poco, intentaba inútilmente insertar la llave en la cerradura. Me acerqué y lo alerté acerca del error que estaba cometiendo:
—Esa es la llave del auto —le dije.