lunes, 30 de septiembre de 2013

Día 273 - Algún que otro billetito verde

Hoy me desperté cantando “Mochileros”, de Raly Barrionuevo. De inmediato pensé en Samuel y en mi primo Luján, de Luján, que se fueron hace como diez días, en una aventura de mochileros con destino en la localidad de Luján. Me preocupaba sobremanera el que no hubieran vuelto. ¿Cuánto había para hacer en Luján? ¿Cuánto tiempo podían estar ahí antes de aburrirse y regresar? Tuve el presentimiento de que algo les había sucedido y decidí ir a buscarlos.
Pensé que, si algo les había sucedido, probablemente necesitara refuerzos, por lo que le pedí a mi viejo que me acompañara. Él aceptó gustoso y, además, por si la situación requería de mayor apoyo, le pidió al mimo que nos acompañara. Los pasé a buscar y, por primera vez en muchísimos años, lo vi a mi viejo con la cara pintada. Los dos se habían vestido con ropas similares, alternando los colores. El mimo vestía un pantalón rojo y una camisa amarilla; mi viejo usaba, en cambio, un pantalón amarillo y una camisa roja.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Día 272 - Poquito a poco

Hoy me desperté cantando “¿Qué te sapa, loquita?”, de Néstor Briyo. Al mediodía debía pasar a buscar a Vicky y, como no quería perder ni un solo minuto, fui a bañarme sin esperar a haber terminado la canción. Tras salir de la ducha, me afeité, me vestí, me perfumé y me senté a pensar en cómo encarar la charla con Vicky mientras dejaba que pasara el tiempo para asegurarme de cumplir con el Cuarto Mandamiento de los Diez que me transmitió mi padre: “Llegarás tarde a todos lados”. Antes me había asegurado de vestirme con un pantalón al que no se le bajara el cierre, para no incumplir con el Sexto Mandamiento.
Llegué a la casa de Vicky a las cinco menos diez de la tarde, doscientos noventa minutos después de la hora pautada. Atendió el padre y, al verme al otro lado, cerró la puerta frente a mi cara, sin saludarme ni decirme si le avisaría a su hija que yo había llegado. A los pocos segundos, mi amada abrió la puerta. Su rostro y sus ojos, sobre todo, sugerían la idea de que había estado llorando.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Día 271 - ¡Yo tengo el tupé!

Hoy me desperté cantando “El sabio”, de Héctor Lavoe. Fue lindo, después de tantos días fuera, despertar en el monoambiente. Mi primo Luján, de Luján, y Samuel no estaban en casa. No sé si habrán vuelto de su aventura como mochileros en la localidad de Luján, pero no me importó, porque necesitaba un tiempo en soledad. El retiro con mi padre y el atracón final de quesos y salamines había producido el efecto deseado, porque me sentía sabio, muy sabio. Tan sabio me sentía que decidí que, aunque no había finalizado septiembre, debía hablar con Vicky para convencerla de que volviera conmigo. La llamé por teléfono.
—¿Natalio? —preguntó.
—Sí, Vicky, Natalio.
—¿El mismo que no da señales de vida desde hace casi un mes?
—Sí, mi vida, soy yo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Día 270 - Las tablas

Hoy me desperté cantando “Día cero”, de La Ley. En realidad, me despertó mi viejo y, una vez que terminé de cantar, me pidió que fuéramos a la sala y nos sentamos frente a frente sobre los almohadones.
—Natalio —me dijo—, hoy es el último día de este, nuestro primer retiro juntos. Ante todo quiero que sepas que me produce un orgullo inmenso descubrir el hombre en el que te has convertido. Espero que hayas disfrutado tanto como disfruté yo de esta hermosa experiencia.
¿Orgullo? ¿Mi padre se sentía orgulloso de mí? La emoción me desbordaba, pero, tratando de contener las lágrimas, le pregunté por el Décimo y último Mandamiento.
—El último Mandamiento es: No tendrás en cuenta el Primer Mandamiento.
—¿Cómo? ¿El que dice que siempre que coma arroz tengo que comerlo con salsa rosa?
—Ese mismo.
—Y ¿por qué no tendría que tenerlo en cuenta? —le pregunté.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Día 269 - Átomo desinflamante

Hoy me desperté cantando “Hacia el cosmos / hacia el infierno”, de Cienfuegos. Almorzamos, sí, arroz con salsa rosa, y fuimos a la sala a sentarnos frente a frente sobre los almohadones. Faltaban dos Mandamientos para completar el decálogo y, la verdad, estaba un poco ansioso por terminar de una buena vez con este retiro espiritual para saber si mi viejo ensayaría algún tipo de conclusión que dotara de sentido a todas estas frases que el anuncia con carácter de ley y yo veo como entidades arbitrarias e inconexas.
―¿Cuál es el Noveno Mandamiento? ―le pregunté.
―Confiarás más en tus dudas que en las certezas ajenas ―dijo y guardó un objeto pequeño en su bolsillo.
―¿De dónde sacaste esa frase? ―le pregunté― ¿Qué guardaste en el bolsillo?
―Un sobrecito de azúcar ―me dijo.
―Ah. Y ¿qué quiere decir este mandamiento?

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Día 268 - La fórmula secreta

Hoy me desperté cantando “Fernet con Coca”, de Vilma Palma e Vampiros. Anoche me la pasé dando vueltas en la cama, pensando en la historia que me había contado mi viejo acerca de Los Siete Fantásticos, la pochoclera y el payaso de la tele. No pude dormirme hasta muy entrada la madrugada y, en consecuencia, hoy me levanté muy tarde, cerca del mediodía. Tenía mucha hambre, pero pocas esperanzas de que mi viejo me sorprendiera con un menú distinto al de todos los días. Sin embargo, cuando puse un pie en la cocina vi cómo raspaba el recipiente en el que tenía el arroz con salsa rosa para, a duras penas, sacar la última porción. ¡Aleluya! ¡El maldito arroz se había terminado!
¡Qué iluso fui! Ni bien terminó de raspar, abrió el microondas y sacó otro recipiente todavía más grande que el anterior repleto, ¿de qué?, de arroz con salsa rosa. ¡Me cago en el Primer Mandamiento!
Terminamos de comer y fuimos a la sala, a sentarnos frente a frente sobre los almohadones.
—¿Cuál es el Octavo Mandamiento? —le pregunté.

martes, 24 de septiembre de 2013

Día 267 - Los Siete Fantásticos

Hoy me desperté cantando “Equilibrio”, de Los Siete Delfines. Mientras cantaba, mi viejo me sorprendió arrojándome un baldazo de agua helada. Al concluir la canción le pregunté por qué lo había hecho.
―Por nada ―me dijo―. Quería probar algo, pero no funcionó.
Para prevenir alguna enfermedad, fui corriendo a darme una ducha con agua caliente y después fui al comedor y me senté a la mesa para almorzar el arroz con salsa rosa de cada comida. Más tarde, sentados frente a frente en los almohadones de la sala, mi viejo me reveló el Séptimo Mandamiento.
―No intentarás estar con dos minas al mismo tiempo ―me dijo y me miró con esa cara de sabio que siente que acaba de iluminar al resto de la humanidad con una pequeña porción de su infinita sabiduría.
―A mí los tríos no me gustan. Me opongo a ellos por cuestiones personales. No sé qué tiene que ver este Mandamiento conmigo ―le dije.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Día 266 - Rico y redundante

Hoy me desperté cantando “Pantalón con bulto”, de Ignacio Copani. Con el objetivo de evitar el primer plato de arroz con salsa rosa de la semana, almorcé en el monoambiente y sólo entonces fui a la casa de mi viejo para la segunda semana de retiro espiritual. Aunque parecía algo fastidiado por haber tenido que esperarme, no lo quedó más remedio que felicitarme por haber cumplido con el Mandamiento de siempre llegar tarde.
Sentados frente a frente sobre los almohadones de la sala, permanecimos callados hasta que él decidió que había llegado el momento de romper el silencio.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Día 265 - Sentía, y todavía siento

Hoy me desperté cantando “Cien días”, de Ismael Serrano. Por ser domingo, mi vieja, que poco a poco quiere ir recuperando las costumbres familiares que nunca respetamos, me invitó a comer con ella, el mimo y mi viejo. No acepté, en parte porque aún me resulta difícil ver a mis viejos juntos, pero principalmente porque temía que el menú fuera arroz con salsa rosa. Mañana comenzará la segunda semana de mi retiro espiritual y allí me sobrarían ocasiones para alimentarme con granos.
Pensé, entonces, en almorzar con mi primo Luján, de Luján, y con Samuel, pero se fueron muy temprano a la mañana a Luján en un viaje de mochileros y me dijeron que pasarían algunas noches ahí, por lo que mis compromisos me impidieron acompañarlos. A veces siento que no quieren pasar mucho tiempo conmigo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Día 264 - Cuando encuentres un verdadero amigo

Hoy me desperté cantando “Arroz con leche”, canción infantil que ya es parte de la memoria colectiva. No sé quién es su autor y no quise buscarlo en internet porque cualquier actividad relacionada con el primer alimento chino hace que sienta que los granos consumidos durante toda la semana salen por mi nariz. Tal como tenía pensado, le pedí a mi primo Luján, de Luján, que me preparara una milanesa napolitana con puré de papas. Estaba exquisita. Fue el mejor almuerzo en años.
Me da la impresión de que mi ausencia les hizo muy bien a mi primo y a Samuel, no porque tengan algún inconveniente conmigo, sino porque pudieron pasar mucho tiempo a solas. Es indudable que su relación se fortaleció y no paran de ofrecerse miradas y sonrisas cargadas de cariño y complicidad. Ahora que recuperé a mi viejo no me molesta que ellos sean los mejores amigos. Estoy preparado para cumplir un rol complementario y ser amigo de ambos.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Día 263 - El cometa Halley

Hoy me desperté cantando “Risa”, de Babasonicos. ¡Sorpresa! Volvimos a almorzar arroz con salsa rosa. Siento que los ojos se me están achinando y que se me está formando una pelota de arroz en el estómago. Por suerte hoy es viernes, último día antes del receso por el fin de semana. Una vez que me vaya de la casa de mi viejo le voy a pedir a mi primo Luján, de Luján, que me prepare una buena milanesa napolitana con puré de papas, huevo frito, tortas fritas, churros… cualquier cosa que no venga en granos.
Después de almorzar mi viejo y yo fuimos a la sala y nos sentamos sobre los almohadones.
—¿Estás preparado para oír el Quinto Mandamiento? —me preguntó.
Asentí con la cabeza.
—No reirás.
—No, dale, te prometo que no me voy a reír. Decime el Quinto Mandamiento —le dije.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Día 262 - Predicar con el ejemplo

Hoy me desperté cantando “Mi destino es llegar tarde”, de Mari Trini. La puerta de la habitación de mi padre estaba cerrada y él no estaba en ningún otro ambiente de la casa por lo que supuse que la siesta que había dormido el día anterior le habría impedido dormirse temprano y que ese sería el motivo por el que todavía no se había levantado. Sobre la mesa de la cocina había un plato de arroz con salsa rosa y un vaso con agua. Comprendí que debía almorzar solo y así lo hice. Después de lavar el plato, el vaso y la cuchara, fui a la sala y me senté sobre mi almohadón. Quise aprovechar la soledad para meditar y pensar en la sabiduría a la que mi viejo me había dado acceso. Fue tal el grado de concentración que alcancé, que pude oír risas, murmullos y quejidos provenientes, suponía yo, de una realidad paralela.
No sabía si habían transcurrido dos horas o diez minutos cuando mi padre abandonó su habitación metido en una bata, volvió a cerrar la puerta y se sentó en su almohadón.
—¿Por qué te demoraste tanto? —le pregunté.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Día 261 - Canciones inoportunas

Hoy me desperté cantando “¿Por qué te vas?”, versión de Attaque 77. Apenas transitamos el tercer día de nuestro retiro espiritual entre padre e hijo y ya respetamos una rutina tan estricta como arbitraria. Una vez más almorzamos arroz con salsa rosa y luego de comer nos sentamos frente a frente en los sillones de la sala. Harto ya de los silencios interminables le pedí a mi padre que me revelara el Tercer Mandamiento.
—¿Te sentís preparado? —me preguntó.
Asentí con la cabeza.
—Evitarás las siestas —me dijo y me miró con esa expresión de sabio que acaba de revelar una verdad que hasta el momento de encontrar la luz resulta tan ininteligible como será incuestionable a partir del momento en que sea pronunciada.
—¿Vos me estás diciendo que no duerma la siesta en el sentido de estar siempre alerta, no dejarme engañar ni primeriar por los demás? —le pregunté.

martes, 17 de septiembre de 2013

Día 260 - ¡Qué mala leche!

Hoy me desperté cantando “El tiempo que duró nuestro amor”, de Cristian Castro. El tiempo que duró la canción mi viejo lo pasó negando con la cabeza, como si mi despertar cantando fuera un problema con el que estaba familiarizado y al que deseaba ponerle fin. Al mediodía almorzamos arroz con salsa rosa, lo que, si bien me puso de mal humor por tratarse de la tercera comida consecutiva en la que repetíamos menú, me produjo cierto orgullo, porque demostraba que mi padre es un tipo que vive de acuerdo a sus principios.
Después de comer fuimos a sentarnos sobre los almohadones que había en la sala. Tras un largo silencio al que ninguno parecía decidido a ponerle fin, tomé coraje y hablé:
—Bueno, viejo, decime, ¿cuál es el Segundo Mandamiento?
—¿Estás listo? —me preguntó.
Asentí con la cabeza.
—No trabajarás en calles doble mano —me dijo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Día 259 - El Primer Mandamiento

Hoy me desperté cantando “Experiencia Religiosa”, de Enrique Iglesias. Ahora resulta que mi viejo quiere recuperar el tiempo perdido y por eso me pidió que me armara un bolsito y fuera a pasar la semana con él, a la casa que le sirvió de refugio durante estos últimos meses. Para aceptar, puse una única condición: que mi vieja no estuviera ahí con nosotros. No es que me oponga a la relación, pero me causa rechazo verlos juntos. Para no dejarlos sin medio de transporte, como iba a estar ahí hasta el viernes, le pedí a mi primo Luján, de Luján, que me llevara en la furgonetita.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Día 258 - Hasta que la muerte vuelva a unirlos

Hoy me desperté cantando “El ratón Pérez”, de Flavia Palmiero. Creo que va a ser el único ratón que vea en mucho tiempo después de la imagen erótica que tuvo como protagonistas a mis padres y de la que fui testigo metido, como estaba, en un disfraz de oso. Así como a los recién casados se los intima a mantenerse unidos hasta que la muerte los separe, tendría que exigírseles a las parejas que deciden divorciarse que se mantuvieran separados hasta que la muerte los una, porque si hay algo más difícil que aceptar y asimilar la separación de los padres, eso es tolerar la idea de volver a verlos juntos. Es ridículo, antinatural y hasta me parece ridículo creer que, así como los veo, esos mismos sujetos engendraron nueve hijos, de los cuales soy el quinto.
Esta mañana me llamó mi vieja para decirme que ya que los había descubierto podía ir a almorzar con ellos.
—Traéla a Dolores si querés —me dijo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Día 257 - Un esquimal en Mali

Hoy me desperté metido en un disfraz de oso, sentado en un rincón de una habitación de la casa en la que se suponía que mantenían cautiva a mi madre, cantando “La reina Batata”, de María Elena Walsh. Afortunadamente, no fue una noche calurosa, porque de haberlo sido habría sudado como un esquimal en la República de Mali. En la posición en la que me habían dejado, con la cabeza inclinada hacia el piso, veía toda la superficie de la habitación, pero sólo hasta el metro de altura. Era un dormitorio y sobre la cama una mujer y un hombre parecían estar durmiendo abrazados.
Cuando comencé a cantar, la mujer despertó, se puso de pie y caminó hasta donde yo estaba.
—¡Nicandro, esta cosa canta! —dijo.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Día 256 - El peluche de Troya

Hoy Natalio despertó cantando “Chindolele”, de Xuxa. No sé a qué se debe su empeño por hacernos creer que no controla eso de despertar cantando; que tiene una especie de dj en la cabeza que selecciona las canciones, y que, aunque lo intente, no le es posible detenerse. ¡Es tan infantil! Yo soy Luján, su primo de Luján. Él me pidió que, si no regresaba antes de la medianoche, contara en su blog lo sucedido durante el día. Como era de esperarse, todavía no regresó.
La verdad es que no sabía que mi primo tenía un blog. ¿A quién le puede interesar lo que tenga para contar día a día una persona que no hace absolutamente nada? ¿Leerá alguien alguna vez esto que estoy escribiendo o, como es habitual, estoy perdiendo mi tiempo para complacer un nuevo capricho de este niño que está a punto de cumplir los treinta?

jueves, 12 de septiembre de 2013

Día 255 - Con mis propias manos

Hoy me desperté cantando “Paca paquita pum”, de Piñón Fijo. Segundo día consecutivo en el que el dj en mi cabeza elige una canción infantil. ¿Querrá decirme algo que no estoy interpretando? Ayer mi vieja y el mimo ingresaron a la casa en la que se supone que vive mi viejo, pero, un tiempo después, salió el mimo solo. Mi vieja quedó adentro. Repasando los hechos caigo en la cuenta de que yo no los vi entrar; fueron Samuel y mi primo Luján, de Luján, quienes me dijeron que los habían visto. ¿Y si me hicieron una broma como venganza por haberlos dejado ahí, vigilando toda la noche?
Muy enfadado, me acerqué a ellos y los increpé por haberme hecho ese chiste de mal gusto. Como era de esperarse, Samuel me respondió rateando:

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Día 254 - Cansado de esperar

Hoy me desperté cantando “No soy rencorosa pero sí memoriosa”, de Panam. Un día después todavía me pregunto por lo sucedido ayer. ¿Qué hacía el mimo visitando la casa en la que Luis Miguel dice que vive mi padre? ¿Estaría visitando a su antiguo compañero de profesión? ¿O acaso era él quien vivía ahí y mi detective privado había confundido al mimo con mi padre? ¿Cabía la posibilidad de que el mimo fuera mi padre?
Yo creo que no. A mi viejo lo recuerdo alto, fornido, bien parecido, simpático, enérgico… y este tipo da la impresión de ser todo lo contrario. Quizá lo idealicé como consecuencia  de su ausencia de tantos años. Tal vez mi viejo es ese escracho y yo lo convertí, con mi imaginación, en una suerte de superhéroe. Lo dudo, porque cuando mi viejo se fue yo no llegaba a ser un adolescente, pero ya tenía más de diez años, suficientes para guardar una imagen cabal de un ser humano y mantenerla al resguardo de posibles futuras distorsiones.

martes, 10 de septiembre de 2013

Día 253 - Piel de gallina

Hoy me desperté cantando “Zanguango”, de Leo Masliah. Mientras cantaba, no sé si para acompañar el ritmo o para reafirmar lo que dice la letra, Samuel asentía con la cabeza una y otra y otra vez. Sinceramente, no creo ser todo lo que dice la canción, aunque tantos insultos enunciados en primera persona terminaron por despertar mi autocrítica. Tres días habían transcurrido desde la última vez que había visto a mi amada y, a decir verdad, me sentía un poco culpable. Se había ido de su propio departamento sin que le diera la oportunidad de tener esa charla que tanto había reclamado. Hoy tenía otros asuntos de los que ocuparme, pero a partir de mañana me pondré en campaña para averiguar adónde fue y el primero de octubre, una vez concluido este mes maldito, iré a hablar con ella.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Día 252 - El fin de la era de los videoclubes

Hoy me desperté cantando “Amor perdido”, de María Luisa Landín. ¡Buenas noticias! Anoche Vicky no regreso a dormir a casa, por lo que no tuve que preocuparme por evadirla para evitar que le ponga fin a nuestra relación. Se me ocurrió que podríamos aprovechar su ausencia para vivir una noche de hombres y fui hasta el videoclub amigo con la intención de alquilar Con Air, una película de acción protagonizada por Nicolas Cage. Cuando llegué me enteré de que el videoclub del barrio había cerrado y que en el mismo local había abierto una verdulería. Fui entonces al videoclub del que era socio cuando vivía en mi antiguo barrio; también había cerrado. Estaban remodelando para abrir un salón de fiestas. Tuve que recorrer media ciudad para encontrar uno abierto, pero no tenían la película que estaba buscando, así que terminé alquilando una que me recomendó el señor que atendía el local: “Milk”.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Día 251 - Pizzas al chulengo

Hoy me desperté cantando “Moriría por vos”, de Amaral. Hasta esta mañana, cuando el dj en mi cabeza decidió que comenzara el día cantándola, no sabía que existía esa canción cuya letra dice: “Como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas”. Amo a Nicolas Cage y considero que esa es una de sus mejores películas. Creo, además, que soy un poco como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas. No, no soy alcohólico, tampoco soy escritor y mi novia, al menos hasta donde yo sé, no es una prostituta, pero suelo pensar que mi relación con Vicky se identifica con la de los personajes de la película, sobre todo en el fatalismo que transmite, en la sensación de que, sin importar lo que hagamos para evitarlo, las cosas van a terminar mal y pronto.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Día 250 - Mi toldo ambulante

Hoy me desperté cantando “No soporto el rap”, de Joaquín Sabina. Ayer volví muy tarde a casa para asegurarme de que Vicky ya estuviera durmiendo y hoy me encerré en el baño hasta terminar la canción para que no se despertara, porque quería evitar que me dijera lo que quería decirme: que quería dejarme. Cuando salí del baño, decidido a salir a la calle, me encontré con ella, que había estado esperando detrás de la puerta.
—Natalio, ¿podemos hablar? —me preguntó.
—¿Tiene que ser ahora? —le dije— Justo estaba por ir a entrenar.
—¿A entrenar? Nunca te vi haciendo ejercicio y cada vez que te invito a correr conmigo, ponés una excusa para no ir.
—Eh... No… Claro… Porque no me gusta que me vean cuando entreno. Voy siempre solo y muy temprano a la mañana.
—¿Temprano? Son las once y media.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Día 249 - Lola, Berta y el Mudo

Hoy me desperté cantando “Todo vuelve”, de Axel. Me levanté de la cama penando que si fuera verdad eso de que todo vuelve, mi viejo habría vuelto, y sin embargo… De repente recordé que el último lunes Luis Miguel me había llamado porque tenía novedades respecto al paradero de mi padre y decidí hacerle una visita sorpresa. Antes de que me fuera, Vicky me detuvo porque necesitaba hablar, tenía algo para decirme.
—¿Sabías que Samuel es ratero? —le pregunté con la esperanza de distraerla.
—¿Cómo que es ratero? —me preguntó.
—Sí, el mejor ratero de la ciudad —le dije y aproveché su desconcierto para abandonar el monoambiente antes de que pudiera comunicarme que nuestra relación se había terminado.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Día 248 - El mejor ratero de toda la ciudad

Hoy me desperté cantando “Till I collapse”, de Eminem. Vicky y yo compartíamos la parte de arriba y Samuel y mi primo Luján, de Luján, compartían la parte de abajo de la cama marinera. Cuando terminé de cantar, Samuel se levantó de un salto y me preguntó si a mí también me gustaba la música hablada.
—¿El rap? —le pregunté.
—Sí —me respondió.
Antes que explicarle, una vez más, que lo de despertar cantando era una maldición, que yo no elegía las canciones y que a veces, como en ese caso, ni siquiera las conocía, me fue más fácil responderle que sí, que el rap me fascinaba.
—Ah —dijo y comenzó a mover el cuerpo y las manos tratando de que coincidieran con la cadencia de sus palabras— ¿Sabías que ahora yo / que dejé de fumar / yerba medicinal / abandoné el reggae / y ahora hago rat?

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Día 247 - Una relación muy sana

Hoy me desperté cantando “El virus del miedo”, de Ismael Serrano. Me levanté procurando no hacer ruido porque temía que, si la despertaba, Vicky pusiera fin a nuestra relación. Con el objetivo de ahuyentar a los fantasmas de la separación, me puse a prepararle el desayuno, pero estaba tan inseguro que me costaba avanzar. Sentía que cualquier error podía convertirse en la gota que rebalsara el vaso. ¿Qué habría sucedido si en lugar de edulcorante le hubiera puesto azúcar a su mate cocido? ¡Me habría abandonado como al perro que soy!  Sí, mi intuición no suele fallar cuando de predecir tragedias se trata. Definitivamnte, Vicky tenía planeado abandonarme. ¿El motivo? Lo desconozco, porque a ella no le gusta hablar acerca de nuestra relación, acerca de nosotros. En realidad, no le gusta hablar, o, mejor dicho, en algún momento dejó de gustarle hablar conmigo… porque con otros habla la muy desalmada.

martes, 3 de septiembre de 2013

Día 246 - El lado oscuro de Luján

Hoy me desperté cantando “The end”, de The Doors. Y sí, es el final del Centro de Contención y Reinserción para Gente con Problemas Pelotudos y, probablemente, también haya llegado la hora de cerrar para siempre la Fundación PROPEL. Teniendo en cuenta mi situación económica actual, no es una mala noticia, porque toda la actividad en torno a los Pelotudos me consumía mucho tiempo y no me dejaba ingreso alguno. Imagino que en el Centro de Rehabilitación al que los llevaron encontrarán la mejor manera de tratarlos y recuperarlos. Mi primo Luján, de Luján, y Samuel pueden seguir viviendo en el conventillo, porque, con o sin fundación, la habitación me pertenece. La gané en buena ley en una apuesta de caballeros.
Ayer, antes de regresar del conventillo, quise saber por qué no habían llevado a Samuel para rehabilitarlo. Luján me contó que, si bien había interpretado el aviso de Catalina como una amenaza, por las dudas le pidió a Samuel que se escondiera en el ropero y que, cuando vinieron a llevarse a los cinco Pelotudos y sólo encontraron a cuatro, le preguntaron dónde estaba el que faltaba y señaló a un inquilino cualquiera. El hombre trató de resistirse, sí, y negó que él fuera aquel al que estaban buscando, pero de poco le sirvió, porque todos los Pelotudos habían recurrido a los mismos recursos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Día 245 - Vos no sos mi mamá

Hoy me desperté cantando “Adicto a ti”, de Walter Olmos. Parece que el cuarteto no es el tipo de música que le gusta a Vicky, porque esta vez, lejos de la emoción que la invadió el día que le canté una de Luis Miguel, giró sobre la cama, me mostró la espalda y se cubrió la cabeza con la almohada. Cerca del final de la canción, sonó mi teléfono. Era mi vieja, que estaba súper enojada porque, según decía, mi imprudencia y falta de tacto les había hecho perder un negocio de miles y miles de dólares.
—¿A quién se le ocurre hablarle de su Edipo, de la ausencia de su padre y de la menstruación de su madre a un grupo de nenes de seis y siete años? —me preguntó.
—Mirá, hay una canción de Arjona que…
—¡No te hagás el boludo, Natalio! —me interrumpió.
—Así es el stand up, mamá. Vos no entendés nada.
—¿Stand up? ¿Y quién te dijo que tenías que hacer stand up, pelotudo? La gente de los barrios privados está interconectada. Ahora no nos va a llamar nadie. ¡Nos hiciste perder la oportunidad de nuestras vidas! —dijo, al borde del llanto.
—Bueno, tranquila, ya pasó, algo se les va a ocurrir —le dije, tratando de consolarla—… Decime una cosa, ¿cuándo puedo pasar a buscar mi paga?

domingo, 1 de septiembre de 2013

Día 244 - Ladrones de gallinas

Hoy me desperté cantando “Septiembre, amor”, versión de Sandro. Ahora que el día llega a su fin, que estoy de regreso, con la mujer que amo, en la comodidad de mi monoambiente; ahora que, naufragando la calma de un domingo por la noche, repaso los acontecimientos del día de trabajo en la casa del político del barrio privado, ahora reconozco que quizá no fue una buena idea la de poner a prueba mi monólogo ante un público conformado por niños de seis y siete años.
Antes de que cantaran los primeros gallos, ya caracterizado como “Gaby, fofo y milico”, pasé a buscar al mimo por la casa de mi madre y fuimos hasta la casa en la que se celebraría la fiesta de cumpleaños para la que nos habían contratado. Quedaba más lejos de lo que esperaba y hasta tuvimos que parar en una estación de servicio para cargar gas. Luego de pagar, guardé muy bien el ticket, porque se lo presentaría a mi vieja para que me reconociera el gasto dentro de los viáticos.