sábado, 31 de agosto de 2013

Día 243 - El mundo de los barrios privados

Hoy me desperté cantando “Get up, stand up”, de Bob Marley. Había estado pensando pero, sin importar las vueltas que le diera al asunto, no se me ocurría un plan que no requiriera de dinero para ganarle a Héctor “Bicicleta” Perales en la carrera por convertirse en el representante de la banda de reggae que habían formado los Pelotudos. Más allá de este objetivo, necesitaba generar ingresos cuanto antes.
Después de un tiempo esforzando la mente hasta límites insospechados, se me ocurrió que podría volcarme al campo artístico y comenzar una carrera en el mundo del “stand up”. Mi vida está repleta de acontecimientos característicos de los monólogos del género. Creo que mi relación con mi vieja me daría material para diez o doce años.

viernes, 30 de agosto de 2013

Día 242 - Los gloriosos años sesenta

Hoy me desperté cantando “Saca la mano Antonio”, de Las Primas. Al principio despotriqué contra el dj en mi cabeza por hacerme cantar esa canción justo en el día en el que tenía que comenzar a delinear mi estrategia para convencer a los Pelotudos de elegirme como representante de la banda de reggae que formaron, los “Papá, Pope Papón, Pone Papa en la Pipa y Pide Pepa por Popa”, pero, superado el enfado inicial, la elección me sugirió una idea que, probablemente, termine por inclinar la balanza a mi favor. Voy a proponerles a los Popes Papones que versionen convirtiendo a reggae los clásicos de la época dorada de la música argentina: los gloriosos años sesenta.

jueves, 29 de agosto de 2013

Día 241 - La renga

Hoy me desperté cantando “Reviviendo”, de Mundo Extremo. Todo este asunto de “Papá, Pope Papón, Pone Papa en la Pipa y Pide Pepa por Popa”, la banda de reggae que formaron los Pelotudos, me está haciendo revivir esa época de la adolescencia en la que iba a recitales. A mí me gustaba la renga. No me refiero a la banda de rock liderada por “Chizzo”, sino a una muchacha que vivía a la vuelta de casa y cojeaba al caminar. Ella era la presidenta del Club de Fans de Ricardo Arjona y, para pasar más tiempo juntos, yo también me inscribí.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Día 240 - Papá, Pope Papón, Pone Papa en la Pipa y Pide Pepa por Popa

Hoy me desperté cantando “Shopping disco-zen”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Buena noticia: desde su regreso del festival de Reggae los Pelotudos no volvieron a mostrar síntomas de sus Problemas. Samuel reincorporó las palabras con “p” a su vocabulario y las utiliza en su justa medida; Pascual hace una utilización mesurada de la ironía; Baldomero valora, de manera equilibrada, tanto los contenidos como las superficies; Nando sube y baja escaleras con naturalidad, y Enrique es capaz de mentir prescindiendo del canto.
Mala noticia: es probable que hayan cambiado sus Problemas Pelotudos por un problema verdaderamente grave. No quiero alarmarme ni anticiparme a los hechos, pero puede que hayan desarrollado una acentuada adicción a la marihuana. Se la pasan fumando. Pero no solamente la fuman, sino que hablan todo el tiempo de las distintas maneras de fumarla, teorizan respecto a la mejor manera de cultivarla y hasta planean comprar una maceta y poner un par de plantitas en la terraza.

martes, 27 de agosto de 2013

Día 239 - Mi viejo en Buenos Aires

Hoy me desperté cantando “No sé tú”, versión de Luis Miguel. Vicky murió de amor. Emocionada, se abalanzó sobre mí y escuchó toda la canción colgada de mi cuello, llorando entre sonrisas y besándome las mejillas. Debo reconocer que me alegró el que la mujer a la que amo me manifestara su amor con ese grado de efusividad, pero no por eso olvidaría la vil traición de la que me había enterado el día anterior. Iba a arruinar el momento romántico diciéndole que no me había gustado que hubiera incorporado a Zenón como kinesiólogo de la Fundación sin haberlo consultado conmigo, pero sonó mi teléfono. Era mi primo Luján, de Luján.
¡Natalio, tenés que venir de inmediato! —me dijo con despesperación—. ¡Los Pelotudos están descontrolados! ¡No dejan de cantar Reggae y fumar marihuana! ¡Bicicleta sospecha y viene a cada rato! ¡Ya no me dan las manos para ventilar el humo! ¡No doy más!

lunes, 26 de agosto de 2013

Día 238 - El tamaño del bulto

Hoy me desperté cantando “Llega el dolor”, de Cienfuegos. La faena del día anterior me había dejado exhausto. Me dolía el pelo, las uñas, el alma y los huesos, entre muchas otras cosas, y tuve que hacer un esfuerzo descomunal para levantarme de la cama. Como si no tuviera ya demasiados problemas, Vicky me sometió a un interrogatorio destinado a averiguar la causa por la que tenía la cara pintada y el motivo por el que había traído tantas almohadas y almohadones a nuestro monoambiente. Le conté lo sucedido y, acto seguido, llamé por teléfono a mi primo Luján, de Luján, para preguntarle si había ido a buscar a los Pelotudos al festival de Reggae y para pedirle que fuera hasta la casa de mi madre y cobrara en especias los honorarios por mi trabajo de payaso dictador. Yo dedicaría la mañana a darme un baño de inmersión para recuperar energías y luego de almorzar visitaría la Fundación PROPEL para reunirme con Catalina.

domingo, 25 de agosto de 2013

Día 237 - Una horda de infantes desquiciados

Hoy me desperté cantando “Que se vengan los chicos”, de Los Arroyeños. Finalmente, decidí aceptar la propuesta de trabajo de mi madre para sumarme al equipo del mimo en sus actuaciones para público infantil. Nos encontramos en el conventillo, pero le pedí que fuéramos a prepararnos a la casa de mi vieja, porque si bien los Pelotudos estarían en el festival de Reggae hasta el final del día, no quería que mi imagen sufriera el menoscabo de ser visto en vaya uno a saber qué clase de disfraz.
Estacioné la furgonetita frente a la puerta e iba a golpear cuando el mimo me detuvo con un gesto y abrió con una llave que, como si fuera una medalla, llevaba colgada al cuello. ¡El muy turro tenía llave de la casa de mi vieja! Entramos y me vistieron con un traje viejo y gigantesco, en el que habrían entrado tres o cuatro personas de mi tamaño y al que rellenaron con almohadas y almohadones. Después, para lograr mayor realismo, sellaron el pantalón y las mangas de la parte de arriba con cinta de embalar. Apenas si podía moverme. Tanto me costaba, que tuvieron que ponerme los zapatos, que tenían un tamaño tan ridículo como el resto de mi disfraz.

sábado, 24 de agosto de 2013

Día 236 - Gaby, fofo y milico

Hoy me desperté cantando “Come as you are”, de Nirvana.  Hasta ayer mis lamentaciones siempre habían sido por sentir que mi vida se había estancado, pero desde que acepté, sin siquiera preguntar de qué se trataba, el laburo que me ofreció mi vieja, tengo la sensación de haber retrocedido. De todos modos, necesitaba el dinero para comprar cannabis y no tenía más remedio que cumplir con el acuerdo e ir a la casa de mi madre después del mediodía.
Estacioné la furgonetita frente a la puerta, bajé, golpeé y, tras diez minutos de espera, mi vieja se dignó a abrir la puerta. El mimo estaba en la casa y acababan de almorzar.
—¿Qué hace este tipo acá? —le pregunté.
—Y ¿para quién te creés que vas a trabajar? —me dijo.

viernes, 23 de agosto de 2013

Día 235 - Un caniche anoréxico

Hoy me desperté cantando “Todo a pulmón”, de Alejandro Lerner. Anoche mi primo Luján, de Luján, y yo dejamos a los Pelotudos en un festival de reggae que durará hasta el domingo y nos sentamos en la furgonetita tratando de encontrar una manera de conseguir dinero sin necesidad de recurrir al último recurso, pero, tras descartar varias opciones por imposibles o descabelladas, llegamos a la conclusión de que no tendríamos más remedio. Esta mañana lo pasé a buscar, manejé hasta la casa de mi infancia, estacioné, bajamos, golpeé la puerta y atendió mi madre.
—¡Natalio! ¿Qué hacés acá? —me preguntó.
—¿Es que acaso un hijo necesita un motivo para visitar a su querida madre? —le pregunté.
—Vení, pasá. ¿De cuánta plata estaríamos hablando? —me preguntó después de haber cerrado la puerta.
—No mucho, vieja… Dos mil o dos mil quinientos pesos…
—¡Dos mil quinientos pesos! ¿Vos te volviste loco? ¿Para qué necesitás dos mil quinientos pesos? —me preguntó.

jueves, 22 de agosto de 2013

Día 234 - No lo digo por despecho

Hoy me desperté cantando “Astros”, de Ciro y los Persas. Desde que habíamos regresado de nuestras primeras vacaciones juntos, Vicky y yo ni siquiera habíamos compartido un desayuno, por lo que tenía pensado dedicarle el día entero y quedarnos echados en la cama sin hacer nada. Todos nos merecemos un día de descanso. Le transmití mis intenciones y su respuesta me dejó anonadado.
—Ya arreglé con Arnoldo y Zenón para ir a entrenar un poco. Nos encontramos en un ratito en el gimnasio de Arnoldo. Justo te iba a pedir que me llevaras, porque se me hizo un poco tarde.
Agradezco a Dios el que no haya querido pasar el día conmigo. No lo digo por despecho, sino porque ni bien se bajó de la furgonetita en la puerta del gimnasio, sonó mi celular. Era mi primo Luján, de Luján, y estaba desesperado porque los Pelotudos actuaban de manera cada vez más extraña y sólo se calmaban cuando les daba cannabis, pero la duración del efecto de la droga disminuía con cada intervención y, para colmo, se le estaban agotando las reservas.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Día 233 - Tuve una pesadilla

Hoy me desperté cantando “Qué tendrás”, de David Bisbal. Ayer, antes de abandonar el conventillo, le pedí a Luján que estudiara el comportamiento de los Pelotudos para conocer en detalle los efectos del uso de cannabis en cada uno de ellos. Hace unos minutos se fue del monoambiente. Vino nada más que para dejarme una copia del registro que había hecho y se volvió al conventillo porque no quería que pasaran demasiado tiempo solos.
Procedo a transcribir el resultado de su análisis:
03.40 AM: Nando tiene sed. En lugar de buscar agua en la cocinita del Centro, baja las escaleras y se dirige a la cocina del conventillo.
04:32 AM: Samuel se despierta exaltado y dice: “tuve una pesadilla en la que un perro pulgoso me perseguía por la peatonal de Pinamar”. Vuelve a dormirse.

martes, 20 de agosto de 2013

Día 232 - La reinserción de nuestros Pelotudos


Hoy me desperté cantando “Como la cigarra”, versión de Mercedes Sosa. Todavía me sentía afectado por el cansancio que me había producido mi primer viaje al exterior, pero tenía la obligación de levantarme, porque me había ausentado de la Fundación durante tres días completos y debía ir a chequear que todo estuviera en orden y a asistir a Luján, quien, aunque posee un sinnúmero de virtudes, es demasiado joven como para hacerse cargo de un grupo de Pelotudos durante un periodo tan prolongado. Pensé en despertarla a Vicky para que me acompañara, pero supuse que ella también estaría cansada tras nuestras vacaciones y dejé que siguiera durmiendo.
Cerca de las diez de la mañana, estacioné la furgonetita en la puerta del conventillo, entré y subí las escaleras hasta la planta más alta. De inmediato pude comprobar que mi ausencia no había pasado desapercibida, porque Pascual caminó hacia mí y me dijo:
Don Natalio, permítame decirle que no sólo lo considero un estúpido, sino que además pienso que usted es un ser humano vil y despreciable.

lunes, 19 de agosto de 2013

Día 231 - Zenón, el kinesiólogo

Hoy me desperté cantando “Mi país”, de Rubén Rada. Con Vicky, todo mal, porque la sola idea de que me hubiera engañado con un masajista gay me revolvía el estómago tanto como lo hacía la inminencia de nuestro viaje de regreso en barco. Ella se mostraba igual de cariñosa que durante el día anterior, pero yo sentía que algo había cambiado, que una diferencia irreconciliable se interponía entre nosotros. En el desayuno, comimos como para tirar hasta la noche. Era la única comida incluida en el paquete que nos había vendido el hotel y, por suerte, mi angustia tuvo en consideración mi situación económica y no afectó mi apetito.
Después de desayunar, fuimos hasta el barco y Vicky me hizo un comentario que me sorprendió sobremanera.
—¡Qué sensación hermosa la de regresar a la patria! —me dijo.

domingo, 18 de agosto de 2013

Día 230 - Un hotel gay friendly

Hoy me desperté cantando “Sea”, de Jorge Drexler. Desde el momento en el que abrí los ojos, Vicky, que había dormido acurrucada contra mí, se mostró muy cariñosa. A pesar de que no había podido acompañarla en todo el primer día, estaba muy agradecida por el viaje con el que la había soprendido. A mí las nauseas y los mareos provocados por el viaje en barco me habían abandonado y decidí resarcir a mi amada por el día que había pasado en completa soledad.
Después de que me bañé, fuimos a desayunar. Me llamó poderosamente la atención el afecto y la familiaridad con la que el empleado del hotel la saludó a Vicky. Ni bien nos sentamos, le pregunté si se conocían de algún lado.
—De ayer, cuando vine a comer —me respondió.

sábado, 17 de agosto de 2013

Día 229 - Al otro lado del río

Hoy me desperté cantando “Me gusta el mar”, de Palito Ortega. En realidad, fue Vicky la que me despertó a eso de las siete de la mañana para que armara mi bolso, porque nuestro barco partía a las diez de la mañana y no quería que llegáramos tarde. Me bañé, me vestí y, en una mochila pequeña, guardé dos remeras, dos calzoncillos y dos pares de medias. Con eso bastaría, pensé, porque, al fin y al cabo, estaríamos nada más que tres días. Vicky, que me observaba en silencio, espero a que terminara de deslizar el último cierre para presentar sus objeciones.
—¿Por qué no llevás las zapatillas marrones? —me preguntó.
—¿Para qué? Si con las que tengo puestas me alcanza.
—Por si salimos a comer a un lugar elegante. No podés ir con esas.

viernes, 16 de agosto de 2013

Día 228 - No me defraudes

Hoy me desperté cantando “Pedro Navaja”, de Rubén Blades. Gracias al dj en mi cabeza Vicky se sintió con derecho a hacerme preguntas respecto a la sorpresa que le dije que estaba preparando para ella. Se pasó la mañana tratando de adivinar de qué se trataba y, lo que era peor, daba la impresión de que tras cada intento fallido redoblaba la apuesta. Comenzó preguntando si íbamos a ir a cenar; luego, si iba a comprarle ropa; después, si iba a contratar a un cantante famoso para que le cantara una serenata, y hasta sugirió la posibilidad de que yo le propusiera casamiento. Fue entonces cuando dije “basta”, porque si permitía que siguiera adivinando, sus expectativas iban a ser tan desmesuradas que, hiciera lo que hiciera, no conseguiría conformarla.
—¡Me cansaste! —le dije— ¡Estoy organizando un viaje para este fin de semana! ¿Ves lo que lográs por preguntar tanto? ¡Ahora te quedaste sin sorpresa!

jueves, 15 de agosto de 2013

Día 227 - Una sorpresa que ni siquiera existe

Hoy me desperté cantando “Mejor no hablar (de ciertas cosas)”, de Sumo. Anoche, cuando regresé al monoambiente, Vicky me preguntó dónde había estado. Le dije que había pasado el día en la Fundación PROPEL, leyendo, con mi primo Luján, de Luján, el informe de trescientas setenta y cinco páginas que había preparado Catalina, pero no me creyó.
—¿Para qué te voy a mentir? —le pregunté.
—Eso es lo que me gustaría saber. Pero sé que me estás mintiendo, primero por la cara de boludo que ponés cuando mentís, y además porque, con la mejor intención del mundo, fui CAMINANDO hasta el conventillo a llevarte un diccionario de términos médicos para que les fuera más fácil interpretar el informe y ¿de qué me entero? ¡De que el señor había pasado por ahí pero, en lugar de quedarse como le había dicho a su novia, siguió viaje vaya uno a saber adónde!

miércoles, 14 de agosto de 2013

Día 226 - Un contacto en la Interpol

Hoy me desperté cantando “Un´estate italiana”, versión de Gianna Nannini y Edoardo Bennato. Como no sucedía hacía mucho tiempo, Vicky cantó conmigo. Ella era Edoardo y yo Gianna. Al concluir la canción, nos abrazamos emocionados. Debo reconocer que me dolió tener que mentirle luego de un momento tan sentido, pero no tenía alternativa, porque tenía que ir a la redacción del semanario barrial “La Tos de la Recoleta” a reunirme con Luis Miguel, el detective que contraté para que encuentre a mi padre.
Para que no quisiera acompañarme, le dije a Vicky que iría a la Fundación a leer con mi primo Luján, de Luján, el informe de trescientas setenta y cinco páginas que había confeccionado Catalina. Algo de cierto había en lo que dije, porque camino a la redacción pasé por el conventillo y le dejé el informe a Luján con la instrucción de leerlo y prepararme un resumen de no más de tres páginas.

martes, 13 de agosto de 2013

Día 225 - El informe


Hoy me desperté cantando “Martes 13”, de Zambayonny. Había llegado el día en el que Catalina, la flamante psicóloga de nuestra Fundación PROPEL, nos presentaría un informe detallando la cantidad y especialidad de los profesionales que deberíamos incorporar al equipo interdisciplinario para iniciar la rehabilitación de los Pelotudos. Esta vez Vicky sí quiso acompañarme. Fuimos al barcito en el que nos encontraríamos con la licenciada, nos sentamos en una mesa pegada a una de las ventanas y esperamos durante veinte minutos hasta que la vimos cruzar la calle caminando a toda velocidad, sumamente despeinada, arrastrando su mochila por el piso.

lunes, 12 de agosto de 2013

Día 224 - Ciencia Vs. Religión

Hoy me desperté cantando “Legalícenla”, de Viejas Locas. Después de levantarme, me afeité, me bañé, me vestí y fui a comprar el diario para conocer el resultado de las elecciones. Quería sacarme las dudas respecto a la no participación de Daniel Amoroso. El encargado del puesto de diarios me vendió, además, una nueva edición del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”. Mientras desayunaba en casa, ojeé el diario y comprobé que, efectivamente, la Agrupación de Daniel Amoroso no había participado de los comicios. Por un lado, la noticia me produjo orgullo, porque esa ausencia había sido consecuencia de nuestra acción desbaratadora, pero, por otra parte, me sentí un poco decepcionado, porque el mío había sido un voto tirado a la basura. Al menos pude desestimar la sospecha de que el acercamiento de Bicicleta a los Pelotudos fuera parte de un plan destinado a continuar lavándoles la cabeza en complicidad con el Amoroso de Daniel.

domingo, 11 de agosto de 2013

Día 223 - Un homicidio en potencia

Hoy me desperté en la terraza del conventillo cantando “Electioneering”, de Radiohead. Era un día importante, entre otras cosas, porque era el último día del Encuentro Espiritual organizado por Héctor “Bicicleta” Perales, porque era un día de elecciones y porque me había propuesto conseguir que Nando bajara las escaleras así cumplía con el compromiso electoral.
Tras una breve ceremonia, cerrada por un discurso sencillo y emotivo de Bicicleta, los Pelotudos y no Pelotudos que habían participado del Encuentro partieron, cada uno rumbo a la escuela en la que le correspondía votar. Mi primo Luján, de Luján, para quien, a causa de su edad, la participación en las elecciones era un asunto opcional, se quedó a ayudarme en la difícil tarea de lograr que Nando accediera a bajar escaleras. Intentamos, primero, asustarlo un poco y, como quien no quiere la cosa, nos pusimos a hablar acerca del pronóstico del clima.

sábado, 10 de agosto de 2013

Día 222 - Los Diez Mandamientos

Hoy me desperté en la terraza del conventillo cantando “Día de los muertos”, de Él Mató a un Policía Motorizado. Sí, mi primo Luján, de Luján, y yo volvimos a pasar la noche en carpa para hacerle compañía al Pelotudo de Nando, que se niega a bajar las escaleras. Pero eso no fue lo peor. En el marco del Encuentro Espiritual que organiza cada año, Héctor “Bicicleta” Perales, en complicidad con su amigo, el pastor brasilero, programó para esta noche la proyección de la película “Los Diez Mandamientos” en la sede principal de La Iglesia Universal del Reino de Dios. No es que no hubiera visto la película, porque desde el año cincuenta y seis la pasan todas las Pascuas, pero me habría gustado volver a disfrutar de esos doscientos trece minutos de acción ininterrumpida y efectos especiales de primer nivel. Sin embargo, vaya ironía de la vida, fue ese mismo film el que me enseñó que un verdadero líder debe estar dispuesto a asumir sacrificios por el bien de sus prójimos. Lo llamé a Luján y le pregunté si la había visto.

viernes, 9 de agosto de 2013

Día 221 - Tiene que bajar

Hoy me desperté cantando “Solito vas”, de Las Pelotas. Anoche, cansada de la que calificó como una actitud caprichosa por parte de su marido, la mujer de Nando guardó sus pertenencias en su bolso y abandonó las instalaciones de la Fundación. Como no podíamos dejarlo durmiendo a la intemperie y solo en la terraza, lo mandé a mi primo Luján, de Luján, a buscar una carpa. Le pedí que, ya que iría de compras, trajera también leña y malvaviscos. Quizá he consumido mucha televisión en mi etapa de infante, pero siempre tuve el sueño de clavar un malvavisco en la punta de una rama y derretirlo al calor de una fogata.
Perdido por perdido, pensé en aprovechar el tiempo compartido para conocer mejor a Nando e intentar averiguar el origen de su Problema Pelotudo. Fue imposible. Estaba ensimismado y, mientras estuvimos solos, no respondió a ninguna de mis preguntas. Luján regresó, armó la carpa, dispuso los troncos en el centro de la terraza, encendió la fogata, cargó agua en una olla, preparó unos fideos y nos llamó a comer. Después de cenar lo mandé a buscar tres ramas y nos quedamos un buen rato asando malvaviscos en torno a la fogata. Para pasar el rato, propuse que jugáramos a completar refranes.

jueves, 8 de agosto de 2013

Día 220 - Encuentro espiritual

Hoy me desperté cantando “Muchas cosas”, de Las Pastillas del Abuelo. Vicky despertó evidenciando un notable cambio de actitud. Pasó de no dirigirme la palabra a contarme cosas de su vida y de su infancia de las que nunca me había hablado. Para mí fue un alivio que hubiera renunciado a su enojo y le pedí que me acompañara al conventillo para seguir de cerca la adaptación de Enrique a la Fundación PROPEL.
—¿Quién es Enrique? —me preguntó.
—¿Cómo? ¿No te conté de Enrique? Es el nuevo Pelotudo del Centro.
—¿Y cuál es su Problema?
—Cada vez que dice una mentira, canta en lugar de hablar —le expliqué.
—Y ¿dónde duerme? Porque no había lugar para uno más.
—Te cuento en el camino —le dije y abandonamos el monoambiente.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Día 219 - Para mentir, canto

Hoy me desperté cantando “Mentira”, de Valeria Lynch. Hablando de mentiras, Vicky me está cobrando con indiferencia la que yo le dije ayer. Después de levantarme, le llevé el desayuno a la cama, pero, en lugar de tomarlo, dejó la bandeja sobre la cama y se levantó. La seguí unos metros y la abracé por la espalda, pero se desembarazó de mis brazos, se metió al baño, me cerró la puerta en la cara y se pasó varias horas encerrada tomando un baño de inmersión. Sinceramente, no sé cómo voy a hacer para recomponer esta situación. Nada más se me ocurre esperar que el tiempo sane sus heridas. Por eso, ni bien me llamó mi primo Luján, de Luján, para informarme que un nuevo Pelotudo se había presentado en el Centro, huí del monoambiente y me fui para allá sin dudarlo. Por las dudas, me acerqué a la puerta del baño y le grité a Vicky que me iba al conventillo a recibir a un nuevo Pelotudo. No recibí respuesta y temí lo peor. Desesperado, ingresé al baño…

martes, 6 de agosto de 2013

Día 218 - Hice planes con mi madre

Hoy me desperté cantando “Detectives”, de Fabiana Cantilo y recordé que a la tarde tendría la reunión con Luis Miguel, el director, redactor, fotógrafo, corrector, humorista y politólogo del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”, para definir los términos de su contratación como detective privado en la búsqueda de mi padre ausente. Después de almorzar, y ya cerca de la hora de la pautada, caí en la cuenta de que estaba a punto de enfrentar un problema: no le había contado a Vicky nada acerca de este asunto, y un problema aún más grave: por alguna razón, me negaba a que supiera del tema.
—Podríamos ir a dar una vuelta hoy —me dijo.

lunes, 5 de agosto de 2013

Día 217 - La muy mentirosa

Hoy me desperté cantando “Nunca me faltes”, de “El Maestro” Antonio Ríos. Desayuné con Vicky y nos fuimos al Centro de Contención y Reinserción para Gente con Problemas Pelotudos, también conocido como Fundación PROPEL, porque allí nos encontraríamos con Catalina, quien, en su función de psicóloga, visitaría nuestras instalaciones por primera vez. Cuando llegamos, ella estaba esperándonos afuera.
—Creo que me dieron mal la dirección —nos dijo antes de saludarnos—. Esto parece una casa tomada.
—No, es acá —le respondí y traté de justificarme con una mentira—. Tenemos instalaciones lujosas, de primer nivel, pero no queremos que nuestros asistidos se aquerencien demasiado con el lugar, porque eso complicaría el regreso a sus hogares una vez que estén en condiciones de recibir el alta.
Subimos las escaleras y, uno a uno, fui presentándole a los Pelotudos.

domingo, 4 de agosto de 2013

Día 216 - El detective privado

Hoy me desperté cantando “El niño y Superman”, de Tambó Tambó. Es una canción triste, que habla de un niño que perdió a su padre y equipara su dolor con el que le habría producido el haber perdido a Superman. Con todas las preocupaciones que ocuparon mi tiempo y mis pensamientos estos últimos días, no tuve oportunidad de pensar en mi viejo o avanzar en su búsqueda, pero cuando su desaparición comenzaba a parecer un asunto olvidado, el dj en mi cabeza eligió esta canción y me clavó un puñal en el corazón.
Tratando de idear nuevas estrategias de búsqueda caí en la cuenta de que era domingo y, en consecuencia, una nueva edición del semanario barrial “La Tos de la Recoleta” saldría a la calle. Consideré que quizás fuera de utilidad el publicar un aviso solicitando información respecto al paradero de mi padre, pero no tenía sentido, porque “La Tos” imprimía tres ejemplares por semana y, salvo que yo comprara el segundo, vendían uno solo, a Catalina, la flamante psicóloga de la Fundación PROPEL. ¿Para qué iba a invertir dinero e ingenio en un aviso si podía esperar hasta el lunes y preguntarle personalmente si había visto a mi padre o si sabía algo acerca de su paradero?

sábado, 3 de agosto de 2013

Día 215 - Un zapato dice más que mil palabras

Hoy me desperté cantando “Conociéndote”, de César "Banana" Pueyrredón. Terminé de cantar y me levanté de la cama decidido a hacer que mi relación con Vicky volviera a ser aquella hermosa relación que fue alguna vez. Le llevé el desayuno a la cama, me acerqué a su oído y, hablando entre susurros, le dije:
—Es sábado y me gustaría que hagamos algo juntos.
—Dale —me respondió—. Ordenemos la ropa, que es algo que tenemos pendiente desde que te mudaste para acá.
—Bueno, si querés, podemos hacer eso —le dije procurando sonar tolerante y súper paciente—, pero yo me refería a otra cosa. Hagamos algo que nos permita conocernos un poco más uno a otro.
—Perfecto —dijo ella mientras se ponía de pie—. Vos ordenás mi ropa y yo ordeno la tuya. ¡Manos a la obra!

viernes, 2 de agosto de 2013

Día 214 - Mañana vuelve

Hoy me desperté cantando “Se fue”, de Malakate. Anoche decidí quedarme a dormir en el Centro de Contención y Reinserción para Gente con Problemas Pelotudos, porque consideré que era necesario proteger a los Pelotudos de posibles ataques psicológicos lanzados por Héctor “Bicicleta” Perales y urdidos desde las sombras por Daniel Amoroso. Como el lugar no nos sobra, tuve que compartir la parte de arriba de una de las cuchetas matrimoniales con mi primo Luján, de Luján, y Samuel. Después de pensarlo durante un buen rato, decidí ubicarme entre medio de los dos, en parte porque estaba celoso de la relación que tenían, pero sobre todas las cosas porque no quería que ocurriera nada entre ellos conmigo acostado ahí.
A pesar de los recaudos tomados, cuando me desperté Luján, que de alguna forma había pasado de un costado de mi cuerpo al otro, dormía abrazando a Samuel como abrazaría un niño a un oso de peluche. No pude resistirme y lo desperté.

jueves, 1 de agosto de 2013

Día 213 - La botellita

Hoy me desperté cantando “Agosto”, de Héroes del Silencio. ¿Agosto ya? No lo puedo creer. ¡Cómo pasa el tiempo, carajo! Cuando me quiera acordar, estamos en diciembre, Navidad, Año Nuevo y la tan temida crisis de los 30. ¿Qué hice hasta ahora para desactivarla? Nada, absolutamente nada… Bueno, nada no, algunas cosas hice, pero todos fueron o parecen ser proyectos que se diluyen antes de alcanzar un éxito acorde a las expectativas que habían generado. En lo que va del año, perdí mi trabajo, salí primera princesa en un concurso de Colas Reef, formé parte de tres sociedades, dos de las cuales se disolvieron, me mudé dos veces, me puse de novio, quise encontrar a mi padre y perder a mi madre... pero siento que nada de todo eso será relleno suficiente para un vacío de treinta años de vida intrascendente. O al menos eso sentía esta mañana mientras cantaba.