miércoles, 31 de julio de 2013

Día 212 - Turismo Ventura

Hoy me desperté cantando “Obsesión”, de Aventura. Después me levanté, le llevé a Vicky el desayuno a la cama, pasamos la mañana yo leyendo el semanario barrial “La Tos de la Recoleta” y ella escuchando música, almorzamos, dormimos la siesta y ella salió a trotar. Me preguntó si quería acompañarla, pero le dije que no, porque algunas cuestiones me tienen preocupado y no quiero que se dé cuenta y piense que estoy perdiendo el control de mi vida y que no soy una opción rentable para su futuro.
¿Qué es lo que tanto me preocupa? Y, además del dinero, que se me está acabando, el estancamiento de nuestro proyecto turístico “El Pasea Porros”. Hace mucho que no tenemos una excursión y creo que eso se debe a que apuntamos a una población muy específica y, por ende, reducida. Porque, seamos sinceros, ¿cuántos turistas holandeses, fumones y sadomasoquistas puede haber en la ciudad? No los suficientes como para mantener semejante infraestructura. Definitivamente, tendremos que tomar una decisión: o nos declaramos en quiebra o diversificamos la actividad.

martes, 30 de julio de 2013

Día 211 - Vengo por el aviso

Hoy me desperté cantando “El Che y los Rolling Stones”, de Los Rancheros. Había olvidado que teníamos que ir a visitar a Catalina para invitarla a sumarse al equipo interdisciplinario de la Fundación PROPEL, pero por suerte Vicky estaba ahí para recordármelo. También me recordó que tenía que pagar la luz, el gas, el agua, las expensas, comprar un foco para reemplazar el que se había quemado en el baño, colgar la ropa que ella había lavado, lavar los platos sucios de la cena de ayer, barrer el piso, limpiar las ventanas y tender las camas. Quizá sea momento de volver a llamar a la falsa Lucrecia.
—Bueno, después, a la vuelta —le dije—. Ahora tenemos que ir a ver a Catalina.

lunes, 29 de julio de 2013

Día 210 - No insista. No atendemos los lunes.

Hoy me desperté cantando “Catalina Bahía”, versión de Andrés Calamaro. Ayer salió publicado, en el semanario barrial “La Tos de la Recoleta”, nuestro aviso invitando a todos los profesionales de la salud a unirse a nuestra Fundación de Asistencia a Gente con Problemas Pelotudos, también conocida como FUNASIGENPROPEL, o simplemente “Fundación PROPEL”. Lo sé porque ni bien despertamos esta mañana, le pedí a Vicky que me acompañara a comprar un ejemplar. Lo abrí y se lo mostré orgulloso, pero ella, con mucho tino y delicadeza, me hizo notar que habíamos omitido los datos de contacto.
—¿Cómo esperás que se contacten con vos los profesionales que estén interesados si no pusiste ni una dirección ni un teléfono? —me preguntó.
Por suerte recién estamos a lunes, e imaginé que, al tratarse de un semanario de poca tirada, todavía no habrían vendido demasiados ejemplares. De todos modos, para estar seguro, me acerqué al encargado del puesto de diarios.

domingo, 28 de julio de 2013

Día 209 - ¿Quién soy yo?

Hoy me desperté cantando “Soy lo que soy”, de Sandra Mihanovich. Anoche, tal como habíamos acordado, el mimo y mi primo Luján, de Luján, vinieron a cenar al monoambiente. Haberlos invitado me valió el enojo de Vicky, que me hizo una escena por no haberle consultado antes de organizar un plan que la involucraba. ¡No sé por qué hizo tanto escándalo, si lo primero que hice fue aclararle que Luján iba a encargarse de preparar la comida!

sábado, 27 de julio de 2013

Día 208 - Póngale la cola al turro

Hoy me desperté cantando “Vamos al cine”, de Tabaré Cardozo. El domingo saldrá publicado, en el semanario “La Tos de la Recoleta”, el anuncio de nuestra fundación convocando a profesionales de la salud para trabajar interdisciplinariamente en le rehabilitación de los Pelotudos. El lunes, seguramente, nos lloverán las postulaciones de los aspirantes. Consciente de la importancia que reviste el hecho de aguantar hasta que llegue ese momento, partí en mi furgonetita rumbo al conventillo para ayudar a Luján a entretener a nuestros asistidos.

viernes, 26 de julio de 2013

Día 207 - La fundación

Hoy me desperté cantando “Amor clasificado”, de Rodrigo. En mi celular había veintitrés llamadas perdidas de mi primo Luján, de Luján, todas ellas realizadas entre las siete y las nueve de la mañana. Me había dejado, además, dos mensajes en el buzón de voz. Con desesperación, me pedía que ni bien los oyera fuera al conventillo, que estaba desbordado, que los Pelotudos estaban fuera de control y que si no hacíamos algo pronto, todo el asunto del Centro de Contención y Reinserción se nos iba a ir a la mismísima mierda.

jueves, 25 de julio de 2013

Día 206 - Un arquero falto de confianza

Hoy me desperté cantando “Cada loco con su tema”, de Joan Manuel Serrat. Ayer, al regresar del conventillo, me acosté junto a Vicky y la abracé con fuerza. Luego me pasé el día entero en silencio y con la mirada perdida. Ahora que pasó la noche, que pude pensar las cosas con tranquilidad, que fui sanado por las bondades de un sueño reparador, veo con ojos condescendientes el que Samuel y Luján hayan compartido cama e incluso el que los haya sorprendido haciendo cucharita. Eso no significa que sean pareja, y si lo fueran, no tendría nada de malo, pero quizá fue la falta de lugar lo que los obligó a dormir juntos y después, una vez dormidos, la propensión humana a adoptar la posición fetal los haya llevado a entrelazarse de esa manera.

miércoles, 24 de julio de 2013

Día 205 - Ménage à trois o La sangre Gris

Hoy me desperté cantando “Gonna make you sweat (everybody dance now)”, de C+C Music Factory. A Vicky no le cayó muy simpático que despertara cantando una canción tan estridente. Se levantó, fue hasta el baño, buscó algodón, se puso un pedacito en cada oído y volvió a dormirse. Espero que no se haya enojado conmigo. Ella sabe que esta maldición de despertar cantando no depende de mi voluntad.
Debo confesar que estaba muy ansioso por saber cómo habían pasado la noche los Pelotudos, por lo que me serví un poco de café en un vaso térmico, tomé un pedazo de pan y me fui del monoambiente con la idea de desayunar en la furgonetita, camino al conventillo.

martes, 23 de julio de 2013

Día 204 - Viviendo en poligamia

Hoy me desperté cantando “Camas vacías”, de Joaquín Sabina. Lejos de estar vacía, mi cama era ocupada por Vicky y yo. Gracias a ella y a su brillante idea de albergar a las mujeres de los Pelotudos en nuestro Centro de Contención y Reinserción, debía resolver el problema que representaba la falta de lugar para tantas personas. En total, eran cuatro Pelotudos los que dormían en el Centro: Pascual, Baldomero, Nando y Samuel. A ellos se sumaban, alternativamente, el mimo y mi primo Luján, de Luján. Si íbamos a recibir a las mujeres de tres de los cuatro Pelotudos, debíamos encontrar la manera de optimizar el espacio o, en su defecto, pedirle a Héctor “Bicicleta” Perales que nos cediera otra habitación. Preferí concentrarme en la primera alternativa y dejar la segunda como último recurso. Bicicleta es uno de esos tipos a los que uno no quiere deberles un favor.

lunes, 22 de julio de 2013

Día 203 - La llamada (perdida)

Hoy me desperté cantando “Paren de venir”, de The Sacados. Vicky estaba acostada delante de mí, mostrándome la espalda, pero acurrucada contra mi cuerpo. Terminé de cantar, le di un beso en la espalda y me levanté. En mi teléfono celular, había dieciséis llamadas perdidas de mi primo Luján, de Luján. La primera había sido hecha a las siete y cuarto de la mañana y la última, diez minutos atrás, a las ocho menos cinco. ¿Qué habría pasado? ¿Cuál sería el motivo para que me hubiera llamado tantas veces en un lapso de cuarenta minutos? Lo llamé, pero me atendió el contestador, por lo que, sin dudarlo, busqué las llaves de la furgonetita y le pedí a Vicky que me acompañara hasta el conventillo.

domingo, 21 de julio de 2013

Día 202 - ¿Cuál es su problema?

Hoy me desperté cantando “Escaleras”, de Las Pelotas. Estaba tan entusiasmado por llevar a los primeros Pelotudos a nuestro nuevo Centro de Contención y Reinserción que por primera vez en muchos días me levanté de la cama sin preocuparme por el nivel de atención que me estuviera prestando mi amada. No habían pasado diez minutos y ya no recordaba si habíamos pasado la noche o si nos habíamos dado la espalda. Ya me disponía a salir a la calle para hacer una recorrida por la ciudad cuando Vicky me preguntó a dónde estaba yendo.
—A buscar Pelotudos —le dije.
—¿Y por qué no me invitás? —me preguntó— Ya no te importo, ¿no?
—¡Cómo no me vas a importar! No te invité porque es domingo y supuse que ibas a preferir quedarte descansando. Podés venir si querés.
—No, porque no me invitás porque quieras que vaya —dijo en tono quejoso—. Me invitás por compromiso.

sábado, 20 de julio de 2013

Día 201 - Valet parking

Hoy me desperté cantando “Amigos”, de Cebollitas. Mala señal. Ni bien terminé de cantar, Vicky me besó en la mejilla y me dijo feliz día. ¿Debería interpretarlo como que además de su novio me considera su amigo o en realidad me está dando a entender que quiere ponerle fin a nuestra relación amorosa? No lo sabía ni estaba en condiciones de pensar con claridad, porque además del día del amigo era el día en el que tendría lugar la ceremonia de inauguración del CCRGPP. Después de desayunar, me afeité, me bañé y volví a ponerme la ropa de gala. Vicky, en cambio, se había vestido con yoguin, buzo, remera y zapatillas.
—¿Qué hacés así? —le pregunté.
—¿Así cómo?
—¡Así vestida, Victoria! ¡En media hora tenemos que estar en el conventillo y vos todavía no te pusiste el vestido!
—No, olvidate —me dijo—. Yo dos días seguidos no me empilcho al pedo. Voy así.
—Está bien. Como vos quieras —le dije y salimos.

viernes, 19 de julio de 2013

Día 200 - El pis bautismal

Hoy me desperté cantando “Hacelo por mí”, de Attaque 77. Me sentía perdido. No sabía dónde estaba ni en qué momento me había quedado dormido. Al oírme cantar, mi primo Luján, de Luján, se asomó a través del vano de una puerta.
—¿Dónde estamos? —le pregunté una vez que concluí la canción.
—En la habitación del conventillo —me dijo—. Te quedaste dormido, pero no te preocupes, que me faltan unos detalles y termino.
Entonces recordé que Luján y yo habíamos pasado la noche trabajando para instalar un baño y una cocina.
—¿Cuánto tiempo dormí? —le pregunté—. ¿Diez minutos, quince?
—Dormiste siete horas —me dijo Luján.

jueves, 18 de julio de 2013

Día 199 - Antes del amanecer

Hoy me desperté cantando “Nadie es perfecto”, de Los Caligaris. Me levanté de inmediato, sin importarme si Vicky y yo estábamos abrazándonos o dándonos la espalda. Estaba preocupado por el trabajo que habíamos hecho ayer en la habitación del conventillo y sentí la necesidad imperiosa de ir a ver si el cemento y la pintura habían secado para continuar con la siguiente etapa. Mientras terminaba de cantar, me afeité, me di una ducha y salí a la calle sin despertar a mi amada.
Gracias a que llegué temprano al conventillo, no tuve inconvenientes ni para ingresar ni para subir las escaleras, porque los guardias que respondían a Héctor “Bicicleta” Perales, al igual que la mayoría de los inquilinos del conventillo, no se despertaban hasta después del mediodía.

miércoles, 17 de julio de 2013

Día 198 - El as del fratacho

Hoy me desperté cantando “El gran varón”, versión de Willie Colón. Si bien amanecimos dándonos la espalda por segunda noche consecutiva, creo que la historia que cuenta la canción y la sensibilidad que puse en la interpretación conmovieron a Vicky, porque estoy casi seguro de haberla oído sollozar. Cuando terminé de cantar, me levanté de la cama; ella se levantó, me preguntó si quería que desayunáramos juntos; le dije que sí; me preguntó qué me gustaría tomar; le dije que una lágrima estaría bien.
—¡Siempre arruinás todo con tu humor pelotudo! —me dijo— ¡Me despertás cantando una canción hermosa, tocás fibras sensibles, y después te burlas de mí porque me emociono!
El planteo me tranquilizó. Al menos por un momento, las cosas habían vuelto a su lugar. Vicky me hacía un planteo típicamente femenino y yo, como buen varón, no entendía nada de lo que me estaba diciendo. Por las dudas, le pedí perdón y cambié la lágrima por un café con leche.
A eso de las dos de la tarde, le pedí que me acompañara al conventillo. De inmediato, quiso saber cuál sería el motivo de la visita.

martes, 16 de julio de 2013

Día 197 - Puras supersticiones

Hoy me desperté cantando “The winner takes it all”, de ABBA. Por tercera noche consecutiva, Vicky y yo compartimos cama, pero esta vez, si bien nos dormimos abrazados, despertamos dándonos la espalda. Como la cama es chica, era difícil que alguno de los dos se diera vuelta, por lo que así como estábamos, ella mirando a la pared y yo hacia la puerta, charlamos un buen rato.
—Gordi… —me dijo en un momento determinado.
¡Y dale con el Gordi! Acomplejado, me llevé una mano a la panza y traté de medir la grasa abdominal.
—Natalio… —insistió Vicky.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—Nada —me dijo—, que extraño a Luján, a Sammy y al mimo. Tengo ganas de verlos.

lunes, 15 de julio de 2013

Día 196 - Los roles invertidos

Hoy me desperté cantando “The power of love”, de Celine Dion. Vicky y yo volvimos a dormir abrazados y, sin soltarla ni por un segundo, mirándola a los ojos, le canté entre susurros. Llegando al final de la canción, sonó su celular y, aunque le pedí con la mirada que no se levantara, a pesar de que me aferré a ella con todas mis fuerzas, se desembarazó de mis brazos y fue a atender. ¿Quién podía molestar a esa hora e interrumpir un momento tan romántico? Arnoldo Jorge Negri. ¿Quién si no?
Llevaban cinco minutos de charla cuando mi paciencia llegó a su límite y, con la excusa de besarla en el cuello, me acerqué para ver si podía oír parte de lo que le estaba diciendo el gigante musculoso, pero Vicky reclinó la cabeza hacia atrás y ocultó su cuello debajo de su nuca. Después se dio vuelta, hizo un gesto que evidenciaba el fastidio que le había provocado mi ocurrencia y se encerró en el baño. Salió a los veinte minutos con el rostro enrojecido por el calor del agua, una toalla envolviéndole los cabellos y su bata rosa cubriéndole el cuerpo, y antes de cortar el teléfono se despidió de Arnoldo. ¿Podía ser posible que hubieran seguido hablando mientras ella se daba un baño de inmersión? De cierto modo, se habían bañado juntos y, aunque no la había visto, había hablado con mi novia estando ella desnuda. No lo pude tolerar. Los celos me dominaron y me ganó la idea de que para tranquilizarme necesitaría que Vicky me ofreciera una prueba de su amor. Me acerqué a ella y, hablándole al oído, le dije:

domingo, 14 de julio de 2013

Día 195 - La caída

Hoy me desperté cerca del mediodía cantando “Los mareados”, de Cadícamo y Cobián. Domingo. Un sol que no concordaba con la estación que estamos transitando calentaba la tierra. Había recuperado mi libertad y Vicky y yo habíamos dormido sobre la misma cama, abrazados, sin soltarnos en toda la noche. ¿Qué más podía pedirle a la vida? Quizá que calmara los dolores que me aquejaban como consecuencia de la golpiza que me habían dado en la comisaria; dolores insignificantes si los contrastaba con la plenitud que estaba sintiendo. De todos modos, para afrontar mi primer día en libertad con mayor satisfacción, le pedí a Vicky que me convidara uno de los calmantes que le había recetado la doctora. Todavía en ayunas, tomamos uno cada uno y salimos a caminar por las calles porteñas en busca de un sitio en el cual almorzar.
Mientras caminábamos sin un rumbo fijo, con el estómago vacío y el sol dándonos de lleno en nuestras caras llenas de machucones, Vicky me comentó que, durante su visita, la doctora le había aconsejado que, debido a que eran muy potentes, tomara los calmantes luego de una comida abundante y que, a fin de evitar mareos y caídas, guardara reposo por dos horas luego de haber tomado la pastilla.

sábado, 13 de julio de 2013

Día 194 - ¡Libertad, libertad, libertad!

Hoy me desperté en la incomodidad de mi celda vacía cantando “Rasguña las piedras”, de Sui Generis. De tanto estar encerrado sin poder hacer nada perdí la noción del tiempo y la capacidad de medirlo. Sentado sobre el piso, al rato de estar mirando un punto fijo de la pared, no supe determinar si habían transcurrido unos pocos minutos o varias horas. Recién cuando me dejaron un pedazo de pan y un vaso de leche fría supuse que serían las nueve, que es la hora a la que sirven el desayuno. A los pocos minutos, o después de varias horas, me dejaron otro pan y un vaso con agua. Ese era mi almuerzo. Recién era mediodía.

viernes, 12 de julio de 2013

Día 193 - La golpiza

Hoy me desperté en la comodidad de mi celda cantando “Vos sos un botón”, versión de Damas Gratis. El dj en mi cabeza debe pensar que su vida no depende de la mía. Eso o es el más radical de los sadomasoquistas. Ni bien me oyeron cantar ese himno del desprecio hacia la policía, los oficiales Sánchez y González se metieron en mi celda y, al ritmo de la música, comenzaron a molerme a palos. La cosa se puso peor cuando notaron que, en lugar de detenerme, yo seguía cantando a pesar de sus golpes. ¿Cómo iba a explicarles que no tengo ningún control sobre ese asunto, que es una maldición, si no podría hablar hasta que terminara y, además, así hubiera hablado, no me habrían creído? Como represalia, utilizaron sus radios para llamar a todos los oficiales que estuvieran en la zona. A medida que iban llegando, pasaban y formaban fila esperando turno para seguir castigándome.

jueves, 11 de julio de 2013

Día 192 - El interrogatorio

Hoy me desperté en la comodidad de mi celda cantando “Pensé que se trataba de cieguitos”, de Los Twist. No creo haber sido el primer preso al que se le dio por cantar una canción; si imagino que mis antecesores habrán optado por canciones más emparentadas con la tristeza, la melancolía o la nostalgia y me atrevo a creer que el carácter festivo de la que seleccionó el dj en mi cabeza fue el motivo por el que los oficiales Sánchez y González me miraron debatiéndose entre la sorpresa y el desconcierto. Cuando terminé de cantar me ofrecieron, por la módica suma de doce pesos, trasladarme a una celda desde la que podía verse el amanecer. Tenía algún que otro metro cuadrado menos que aquella en la que estaba, pero valió la pena. La imagen me llenó de energía, pero me recordó, también, lo duro que es esto de estar privado de la libertad.
Después de desayunar, González me puso las esposas y me sentó sobre una silla en un cuartito oscuro. Salió, cerró la puerta y me dejó solo ahí. ¿O había alguien conmigo? No podía saberlo; no veía nada por delante de mi nariz. De repente, una luz potentísima se encendió y dio de lleno en mi cara. Una voz similar a la de Pancho Ibáñez me preguntó mi nombre. El encandilamiento me impidió responder.

miércoles, 10 de julio de 2013

Día 191 - Maldita policía

Hoy me desperté cantando “El sátiro de la mala leche”, de La Renga. Al oírme cantar, el oficial Gonzalez, que vigilaba la puerta del monoambiente a la espera de la citación para llevarme a declarar, golpeó la puerta con insistencia preguntando qué era lo que estaba sucediendo. Los golpes despertaron a Vicky, que, algo adormecida, parecía haber recuperado el conocimiento.
—¿Qué es todo ese ruido? ¿Quién golpea? ¿Qué está pasando? —preguntó.
Mientras tanto, el oficial me pedía que le abriera la puerta.
—¡Señor Gris! —decía— ¡Abandone la unidad de inmediato! ¡Deberá acompañarme!
Vicky me miró con incredulidad. Yo cantaba y zapateaba, como un nene al que las ganas de ir al baño lo desbordan, ansioso por terminar y explicarle todo lo que había sucedido en las últimas horas para que aclarara el malentendido y me quitara de encima a Gonzalez y a toda la maldita policía.

martes, 9 de julio de 2013

Día 190 - La denuncia

Hoy me desperté cantando “El peor”, de Las Pelotas, y me pasé un buen rato contemplándola a Vicky mientras dormía. Su rostro, algo desinflamado, ya insinuaba los rasgos finos que definen su hermosura, pero ella no estaba bien. Los calmantes que le había recetado la médica deben ser muy potentes, porque desde que había despertado no había hecho más que emitir sonidos incomprensibles y pronunciar frases inconexas. Como de costumbre, le preparé una sopa y, como de costumbre, se negó a tomarla. Llevaba dos días sin casi comer, por lo que me sentí en la obligación de ir a comprar algo para que se alimentara y así evitar que desfalleciera.
Regresé a la media hora con una porción de puré de papas, un vaso de medio litro de licuado de frutas, medio quilo de helado, dulce de leche, mermelada de durazno y otros productos que no requerían masticación. En la puerta del edificio, un policía presionaba con insistencia uno de los timbres del tablero. Desconocía el motivo de su visita, pero pensé que no me hubiera gustado ser la persona a la que estaba buscando y, por curiosidad, eché un vistazo para saber de qué vecino se trataba. Vaya susto me pegué al descubrir que estaba llamando a nuestro departamento.

lunes, 8 de julio de 2013

Día 189 - Pero entonces llegó el doctor...

Hoy me desperté cantando “La canción de la vacuna”, de María Elena Walsh. Había dormido en la parte inferior de la cama marinera, porque mientras viva conmigo, Vicky ocupará la parte superior. Cuando comencé a cantar abrió, con mucho esfuerzo, el ojo menos afectado tras la pelea y me miró con incredulidad. Teniendo en cuenta los golpes que recibió en la cabeza, no será difícil convencerla de que todo fue producto de su imaginación. De todos modos, para darle un fundamento lógico a la idea de que hubiera alucinado conmigo cantando la canción del brujito de Gulubú y el doctor, decidí llamar a un médico para que viniera a verla. Había pensado en llamar a un brujo, pero para contactarlo habría tenido que pedirle el número a mi vieja y no quería pasar por esa situación. Me habría preguntado por qué necesitaba un brujo, si alguien me había engualichado o si, por el contrario, era yo el que pretendía engualichar a alguien, y tantas otras cosas que no estaba dispuesto a responder. Además, el estado de salud de Vicky ameritaba una consulta con un profesional.

domingo, 7 de julio de 2013

Día 188 - Flota como una mariposa

Hoy me desperté cantando “Non, je ne regrette rien”, versión de Édith Piaf. Pasé la noche sentado en una silla, cuidándola a Vicky, que descansa en mi cama tras la batalla de ayer. Si no la hubiera cargado hasta acá junto a Arnoldo, dudaría de que fuera ella. Está irreconocible. Tiene un corte sobre la ceja derecha y otro en el labio inferior; la nariz hinchada, los párpados morados y marcas de golpes en toda la cara. De tanto en tanto, todavía dormida, se queja de algún dolor.
La de anoche fue una guerra sin cuartel entre dos mujeres que no sienten ningún cariño una por otra. Como en la primera pelea, Samuel fue el encargado de la presentación de las contendientes y, ante una multitud, anunció primero el ingreso de La Mole y luego el de nuestra Vicky. Antes de que el árbitro enunciara las reglas, uno de los pastores de la Iglesia Universal del Reino de Dios, el mismo que meses atrás me había practicado un exorcismo, bendijo el cuadrilátero, los protectores bucales y los guantes de ambas.

sábado, 6 de julio de 2013

Día 187 - Maldita espera

Hoy me desperté cantando “¿Qué pasó?”, de Bersuit Vergarabat. Llegó el día. Esta noche, en la sede central de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Vicky y “La Mole Moni” disputarán la esperada revancha. Estaba tan nervioso, pero tan nervioso, que no quise abandonar la cama y, como una medida desesperada para pensar en otra cosa o no pensar en nada, levanté la persiana que cubre el afiche de Daniel Amoroso y lo contemplé largamente. No me sirvió de nada. Imágenes del rostro de Vicky golpeado y ensangrentado invadían mi mente. La impotencia hizo que me pusiera de pie, arrancara el afiche y lo despedazara. Después, salí a la calle y conduje la furgonetita por la ciudad. Necesitaba tomar aire.

viernes, 5 de julio de 2013

Día 186 - Ganará la Victoria

Hoy me desperté cantando “15 - 5”, de Divididos. Casualmente, o no, esa era la hora a la que había sido pautado el pesaje para la gran revancha entre Vicky y “La Mole Moni”. Después de almorzar unos panchos que yo mismo preparé, me bañé y los pasé a buscar primero a Vicky y después a Arnoldo para ir al gimnasio de este último, que era el lugar acordado para la ceremonia.
Llegamos, levantamos las persianas, encendimos las luces, colocamos la balanza dentro del cuadrilátero de entrenamiento y, para pasar el tiempo hasta que los demás llegaran, repasamos algunos conceptos y puntos clave de nuestra estrategia. Vicky estaba sumamente enfocada; atenta a todos los detalles de los que dependería su victoria. Sí, verla así, tan segura de sus posibilidades, me llenaba de confianza. Sin embargo, mi convicción se desvaneció cuando La Mole ingresó al gimnasio.

jueves, 4 de julio de 2013

Día 185 - Los ex convivientes

Hoy me desperté cantando “Desnudo para siempre (despedazado por mil partes)”, de La Renga. Era la primera vez que comenzaba el día solo en el monoambiente después de mucho tiempo y si bien la canción que el dj en mi cabeza había elegido no era compatible con la nostalgia, en mi mente desfilaron, una tras otra, imágenes de momentos felices que habíamos compartido con mis ex convivientes.
Quizá eso ayudó, ahora puedo verlo con mayor claridad, a que fuera al conventillo a hablar con mi primo Luján, de Luján, y con Samuel para que me dieran información. El primero, acerca del mimo y su relación con mi vieja; el segundo, respecto de “La Mole Moni” y su preparación para la revancha.

miércoles, 3 de julio de 2013

Día 184 - El primer invitado

Hoy me desperté cantando “No quiero estar acá”, de Los Ratones Paranoicos. Para el desayuno, descongelé el último táper que nos había dejado mi primo Luján, de Luján. “Canelones de ricota y pollo con salsa boloñesa” decía el papel. “Seis minutos en el microondas”. Mientras comíamos, le comuniqué a Samuel que habíamos consumido toda la comida que nos había dejado Luján y que lo mejor sería organizarnos… armar un cronograma para repartirnos los distintos quehaceres.
—Lo extraño a Luján —me dijo—. No es lo mismo desde que se fue.
—Sí, yo también lo extraño, pero no se fue del país, está a unos minutos de distancia y, sin embargo, no lo fuiste a visitar ni una sola vez.
—Es que a mí no me gustan las medias tintas —se justificó—. O todo o nada. O no lo visito nunca o me voy a vivir allá.

martes, 2 de julio de 2013

Día 183 - Un verdadero equipo

Hoy me desperté cantando “El ángel de la bicicleta”, de León Gieco. Con cada día que pasa, crece la admiración que me despierta la eficiencia con la que mi primo Luján, de Luján, se ocupaba de todos y cada uno de los quehaceres de la casa sin chistar ni reclamar la colaboración de nadie. Desde que se fue, soy yo el que debe ocuparse de descongelar la comida y llevar la ropa a la tintorería más cercana. Seguramente, también va a recaer en mí la responsabilidad de llamar a la agencia de servicios de limpieza a domicilio para que nos manden a la falsa Lucrecia. Tantas obligaciones, sumadas a las inherentes a mi rol de promotor y entrenador de Vicky, me tienen al borde de un pico de estrés.

lunes, 1 de julio de 2013

Día 182 - La estrategia adecuada

Hoy me desperté cantando “Cabecita calesita”, de Luis Alberto Spinetta. Finalmente había llegado el día del primer entrenamiento boxístico en la preparación de la revancha de Vicky contra “La Mole Moni” y me levanté contento y lleno de energías. Debido a que mi primo Luján, de Luján, ya no está viviendo con nosotros, Samuel y yo solemos dormir hasta después del mediodía, en parte para no ser conscientes de la triste realidad de que ya nadie nos prepara el desayuno. Sin embargo, como nos quedan cuatro días de trabajo antes del pesaje, me vi obligado a levantarme muy temprano y, a falta de desayuno, descongelé uno de los táperes que nos dejó Luján y desayuné un exquisito guiso de lentejas. Dejé las sobras para que almorzara Samuel y me llevé un segundo táper para almorzar con Vicky en el gimnasio. Al ritmo que vamos, las provisiones que nos dejó Luján se agotarán en menos de cuarenta y ocho horas.