viernes, 15 de marzo de 2013

Día 74 - El ataque de las chicas de Sandro

Hoy me desperté cantando “Mi amigo el puma”, de Sandro. No había terminado la primera estrofa cuando un grito agudo e histérico estremeció las paredes del conventillo. En seguida encontró eco en otras voces y fue complementado por el estruendo de una multitud de pasos que, en estampida, repiqueteaban sobre el suelo del pasillo. Unos segundos después una decena de señoras, que se habían agolpado en la puerta de mi dormitorio, gritaban y sacudían las manos y la cabeza como unas desaforadas. Yo seguía cantando, porque esto es algo que excede a mi voluntad, pero me sentí tan intimidado por ese corro de sesentonas, que giré el cuerpo y les mostré la espalda. Mi culo femenino no las desalentó y el griterío no mermó ni un poquito. Promediando la canción noté que algo había caído sobre mi cabeza y temí que el alto caudal sonoro hubiera socavado el cielo raso y estuviera a punto de provocar un derrumbe. Afortunadamente, no había sido así. Con mi mano derecha tomé el pedazo de tela que había quedado enganchado de una de mis orejas. Mientras lo giraba y lo miraba desde distintos ángulos para descubrir de qué se trataba, una segunda bombacha aterrizó sobre el tablero de la escaladora. Giré alarmado. En medio del griterío, las mujeres iban quitándose la ropa interior y me la arrojaban a modo de homenaje.
Me acerqué unos pasos para pedirles que se detuvieran, que iban a meterme en problemas con sus maridos o novios o festejantes, pero fue peor. Animadas por la cercanía, franquearon la puerta, se abalanzaron sobre mí, me arrojaron al piso y comenzaron a besarme y a manosearme. Por suerte al concluir la canción las damas se calmaron y pude escapar escaleras abajo, rumbo a la puerta de calle.
Desaliñado y exhausto caminé hasta la estación de GNC en la que tendría lugar una nueva Asamblea con los cuatro taxistas con los que me asocié para el proyecto turístico de El Pasea Porros. Llegué y ahí estaban, sentados a la mesa de siempre, debatiendo acerca de la postura que debería tomar el Papa en relación al conflicto entre británicos y argentinos por la soberanía de las Islas Malvinas. Todavía aturdido por el ataque de las sesentonas, no estaba en condiciones de entender lo que estaban diciendo. Esperé a que callaran, los saludé uno por uno y después de jurarles y perjurarles “que no, que nada grave me había sucedido, que no había motivos para que se preocuparan por mi aspecto”, les informé que ya había tramitado la licencia y que nuestra sociedad había sido inscripta con éxito bajo el nombre “El Pasea Porros”.
—Habría que cambiarlo —me dijo el taxista freudiano, que además de taxista era escribano.
—¿Cambiar el nombre? ¿Por qué? —le pregunté al borde del colapso nervioso.
—Y, estuvimos intercambiando opiniones aquí con los colegas —agregó el taxista abogado—, y estuvimos de acuerdo en que, con todo este asunto del Papa argentino y teniendo en cuenta la naturaleza de nuestro emprendimiento, lo ideal sería que modificáramos la denominación de nuestra empresa conjunta y pasáramos a llamarnos “La Fumata Blanca”.
No tenía fuerzas para discutir. Una estampida de fanáticas de Sandro me había pasado por encima. Estaba despeinado, amoratado, dolido hasta los huesos, golpeado y harto de que estos tipos se las ingeniaran para siempre volver atrás cualquier avance. Había decidido reunirme con el taxista abogado una vez finalizada la Asamblea para saber cuáles eran las novedades en el caso de mi desalojo, pero preferí marcharme. Sin emitir opinión respecto a la iniciativa del cambio de nombre, sin siquiera saludar a mis socios, me puse de pie, salí de la estación y caminé de regreso al conventillo.
El próximo viernes el paso del tiempo habrá mitigado la excitación provocada por la noticia del Papa argentino. Entonces yo, Don Natalio Gris, invertiré mis energías en disuadirlos de cambiarle el nombre a nuestra flamante sociedad.

6 comentarios:

  1. Y, sì, esto del papa trastocó la rutina de todos los argentinos. De todos modos, recomendaria no cambiar el nombre, porque de pronto lo del papa pasa a segundo plano, y la Fumata Blanca perdería su "punch". Acaso podría ponerse como un subtítulo,¿nocierto?

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    1. Yo preferiría obviarlo por completo. Veremos qué sucede el próximo viernes.
      Saludos!

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  2. Hola, te felicito por el premio, yo fui premiada junto a ti por Carlos Javier. Me he hecho seguidora de tu perfil, para no perderme tus próximas entradas. Te dejo el enlace a mi blog por si quieres echarle un vistazo. Un saludo

    http://elespaciodeladiversidad.blogspot.com.es/2013/03/repartiendo-premios.html

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    1. Muchas gracias, María Teresa. Todavía no he cumplido con las formalidades del premio, pero sin dudas pasaré por tu blog. Felicitaciones para vos también. Saludos!

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  3. Enhorabuena Natalio, terminaras el año desconectando tu crisis, tienes otro premio, visita:

    http://redessocialesfuentedeconocimiento.blogspot.com.es/2013/03/best-blog-otro-oscar.html
    un saludo

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    1. Muchas gracias, Carlos, un doble honor y un doble antídoto para la crisis.
      Saludos!

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