jueves, 31 de enero de 2013

Día 31 - Te espero, febrero


Hoy me desperté cantando “Febrero”, de Estelares. Se ve que el dj en mi cabeza está ansioso por el cambio de mes y la acreditación de mi sueldo. Debe tener hambre. Hoy almorcé tres “pizzetas”: pan lactal, kétchup y queso mantecoso. Para la cena me queda algo de miel y siete galletitas un tanto humedecidas. Anoche fui caminando a mi cuarta sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Llegué y estaban todos, Vicky incluida. A veces tengo la sospecha de que se juntan media hora antes para hablar mal de mí, porque, lo haga tarde o temprano, siempre soy el último en llegar. Como la primera vez, noté que, con cierta timidez, Vicky me miraba las manos. Más allá de la charla grupal, no cruzamos palabra. No supe qué decirle ni cómo abordarla, y me dio la impresión de que el beso que le di le dolió tanto como a mí su trompada.

El moderador decidió empezar por mí y el asunto del nombre, que, a decir verdad, me tiene un poco harto. Le dije que había decidido agregarme “Don” como primer nombre. En seguida, Hernán se opuso y Samuel de declaró en desacuerdo. Ambos argumentaban que “Don” no era un nombre verdadero, que estaba evadiendo el asunto. Les sugerí que recordaran a Don Johnson y les aseguré que, lejos de evadir el problema, había elegido “Don” porque en algún momento de mi vida me había propuesto ser entrenador y representante de boxeadores y lo sentía como un homenaje al gran Don King.
—Don Natalio Gris —dijo el moderador—, ¿por qué no? Probemos. ¿Cómo estás conviviendo con tu problema? —me preguntó.
Cuando quise responder, los demás comenzaron a interrumpirme. Al parecer, ellos también estaban hartos del asunto del nombre y competían por atraer la atención del moderador hacia sus propios problemas.
—Esto es un chino —dijo Julio, el Pelotudo que no sabía comer con palitos chinos.
—Me pone tan nerviosa que me dan ganas de sacarme los guantes y comerme las uñas —agregó Vicky.
—No encuentro las letras que describan lo que siento —dijo Samuel, el hombre sin “P”.
—Este grupo se está convirtiendo en una basura —se quejó Pato—. Habría que meterlo en una bolsa, cerrarla y tirarla a la calle.
—Mejor cambiemos de canal… digo, de tema —dijo Hernán, el Pelotudo que desde el `98 no encontraba el control remoto.
Ante tantas presiones, el moderador no tuvo más remedio que ceder e interactuar con los demás Pelotudos. Para mí, mucho mejor, porque mañana vuelvo al trabajo y pude dedicar el resto de la sesión a idear estrategias orientadas a escalar posiciones dentro de la empresa. Estoy convencido de que mi regreso significará un nuevo comienzo. Enero fue un mes cargado de contratiempos y grandes aprendizajes. Ahora, mientras unto miel sobre las galletitas humedecidas en la soledad de mi departamento, sueño con un febrero maravilloso.

2 comentarios:

  1. Una vuelta de tuerca interesante, el hecho de asistir a un grupo para personas con problemas pelotudos, te convierte en un pelotudo.

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    1. Efectivamente, Fernando. A excepción de Samuel, nos gusta hacernos llamar "Pelotudos", pero con "p" mayúscula. Saludos!

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