miércoles, 2 de enero de 2013

Día 2 - Perros, perros y perros



Hoy me desperté tarareando el Himno a la Alegría. Por un momento me alegró la posibilidad de, finalmente, estar madurando, pero el dj que tengo metido en la cabeza hizo un enganche raro y de repente me descubrí cantando la canción del Tío Mario, esta vez sobre la música del Himno a la Alegría. “Yo tengo un tío, mi tío se llama Mario. Es divertido y además veterinario…”. Definitivamente, tengo un problema serio y no debería postergar por más tiempo la revisión de mi vida desde el comienzo hasta ahora. Total, ¿cuánto me puede llevar? Diez minutos, quince a lo sumo.


Cuando nací, mis viejos compraron un perro. Fue duro cuando, años después, tomé conocimiento del asunto, porque ¿quién en su sano juicio encontraría motivos para comprar un perro en el momento en el que va a tener un hijo? Me explicaron que, para que mis hermanos no sintieran tantos celos y me recibieran con buena predisposición, les dijeron que yo había llegado al mundo con una mascota de regalo. A veces tenía la sospecha de que mis viejos manejaban un circo: una cigüeña me había llevado a casa, en el camino habíamos pasado a buscar un perro, un ratón me daba plata cuando se me caía algún diente, había por ahí un gato afecto al uso de calzado y también un elefante que no paraba de balancearse sobre la tela de una araña y que, no conforme con semejante proeza, de tanto en tanto iba a buscar a otros elefantes como para redoblar la apuesta. Lo curioso del caso es que al nacer mis hermanos menores, vinieron ellos solos, con las manos vacías, sin perro de regalo. De todos modos, preferí no pensar demasiado y aceptar la explicación de mis viejos.

En la primera salita del jardín me hice muy amigo de un chico cuyo nombre no recuerdo. ¿Qué hicieron mis viejos? Le regalaron un perro. “Claro (pensé yo), debe ser para que mi nuevo amigo no se ponga celoso”. ¿Celoso de quién? me pregunto ahora. A mi primera noviecita de la escuela primaria mis viejos le compraron un perro; lo mismo hicieron con mi última novia y con un primo segundo que venía a visitarnos en verano y con mi profesora de particular y con cada persona con la que yo haya entablado una relación medianamente seria. Supongo que el mensaje que buscaban transmitir mamá y papá era algo similar a lo siguiente:

“Yo sé que acabás de conocer a Natalio y te parece una buena persona, pero nosotros lo conocemos desde hace mucho tiempo y podemos asegurarte que con él solo no alcanza. Tomá, acá tenés un perro para llenar el vacío”.

Eso o tenían un canje con algún veterinario… ¿Sería el tío Mario?

Lo que rescato de todo esto es que cuando nací compraron un Gran Danés; a mi amigo del jardín le regalaron un Dálmata; a mi primera noviecita, un Pequinés, y a la última, un Chihuahua. A medida que pasan los años, van comprando perros cada vez más chicos. Eso quiere decir que para ellos voy mejorando constantemente y que el vacío que tienen que llenar es cada vez más pequeño… Eso o que cada vez estoy un poco más gordo.

8 comentarios:

  1. Pobre Gris, al menos no contaba ovejas para dormir.
    Estoy esperando mi perro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si un perro, pero con tres comentarios más un hamster te regalan seguro.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Hola Natalio, he leido y releido tu anecdota de hoy, con la cual me siento un poco identificada... pero ademas, me incita a preguntarme tambien, si el hecho de que los perros que en mi familia han llegado, tambien en momentos importantes, (y siendo que todos eran aproximadamente del mismo tamaño, y observando ademas que ninguno era de raza), será que en ese caso, el crecimiento personal valorado por mis padres, no era tenido en cuenta??? Estoy confundida!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El único consejo que podría darte es que nunca aceptes un consejo mío. En ese caso, para cumplir con ese consejo tendrías que aceptar mis consejos, por lo que te aconsejo que mejor te quedes en ese estado de confusión, porque, como dijo el poeta, "una confusión que te haga feliz puede más que una verdad que nos amargue la vida".

      Eliminar
  4. Dios Natalio, si llevo un día de conocer tu blog, siento que me merezco un ratón árabe xS
    Como sea, me encanta tu reflexión de si haz crecido como persona o vuelto mas gordo.... voto por la segunda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Mawar, por revelarme la cruda verdad. El asunto del ratón tendrías que gestionarlo con mi señora madre.
      Saludos!

      Eliminar